El asesinato de la tiktoker y #TelevisaLeaks
A las 4:17 de la tarde del martes 13 de mayo, el salón Blossom the Beauty Lounge olía a tinte de pelo, esmalte y laca. Valeria Márquez, de 23 años, influencer, empresaria, dueña del local, con 200 mil seguidores en Instagram y TikTok, había comenzado una transmisión en vivo. Estaba impecable, su voz dulce, sus seguidores atentos. Tres disparos quebraron el aire: dos en el abdomen, uno en la cabeza. Fin de transmisión, una trabajadora del salón apagó el video.
La muerte recorrió la red más rápido que los disparos. En minutos los medios del mundo compartían el video. Valeria, que había nacido en la era de los filtros, moría sin ellos. En Jalisco, su crimen se sumaba a las estadísticas. Y es que desde que Claudia Sheinbaum asumió la presidencia en octubre de 2024, el estado ha registrado 906 homicidios. Jalisco ocupa el sexto lugar en violencia nacional. Otro número. Otra vida arrebatada.
Mientras la tragedia de Valeria ocupaba titulares y conferencias de prensa, otro escándalo permanecía cuidadosamente en la sombra: los #TelevisaLeaks. El hallazgo de una división secreta dentro de Televisa, hoy fusionada con Univisión, encargada de crear noticias falsas, borrando fronteras entre hechos y ficción, destripando honras con el filo de un bisturí en manos de un asesino. ¿Y la reacción de los grandes medios? Silencio. El silencio cómodo de quien prefiere no mirarse en el espejo.
En Perú, esa podredumbre la vimos. Una deportable periodista colombiana, en coordinación con Univisión de Miami, tejió un relato diseñado para hundir a Keiko Fujimori. Las piezas eran de náusea: el puertorriqueño Jesús Irizarry, exagente de la DEA, hoy preso y considerado el más corrupto en la historia de esa agencia; Jesús Vásquez, el “piloto”, un taxista del sur de Florida sin licencia de vuelo ni historial de haber pilotado nada. Todo fue transmitido y el tiempo lo desmintió. Y no pasó nada.
En México el foco es el asesinato de Valeria. Su cara joven, sus videos reeditados como homenaje, el recuerdo de su miedo a una expareja. Las autoridades tratan de vincularla con otro crimen ese mismo día: el asesinato de un excongresista en un centro comercial cercano. ¿Coincidencia o guion de telenovela? Las conjeturas se multiplican: que el asesino no la conocía, que fue un sicario a sueldo. ¿No podía reconocerla en redes? ¿O se trata de extender la historia, como se estiran cual chicle las telelloronas de Televisa?
Es de justicia que el hashtag #JusticiaParaValeria se expanda como fuego en madera seca. Pero mientras los medios siguen cada giro del caso, nadie pregunta por los rostros ocultos detrás de los #TelevisaLeaks. Porque aunque no sabemos quién mató a Valeria, sí sabemos quiénes son los asesinos del periodismo en México: Televisa.
Y no pasa nada. Sólo, la periodista Carmen Aristegui, también difamada alguna vez por Televisa, y su equipo siguen denunciando los #TelevisaLeaks, y ahora se suma Patricia Janiot. ¿Quedan periodistas en el planeta o les parece normal mentir para destruir?
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