El baile de los cínicos

Resulta increíble cómo ni la tragedia en Ventanilla nos une como peruanos. Por un lado Hildebrandt entrevista en seis páginas al más incapaz de nuestros presidentes, como quien pretende elevarlo al rango de estadista, con preguntas como balones dentro del área, para que el deslucido inquilino de Palacio haga la finta de que patea contra el arco; por otro lado un sector de la más abyecta izquierda se dirige al lugar de los hechos encabezados por la primer ministra y la congresista Bazán para apaciguar los ánimos diciendo que la empresa se ha comprometido en entregarle canastas a los afectados; y más allá un grupo de sus operadores exacerba los ánimos de la población exigiendo el cambio de la Constitución, pretendiendo el bullicio para silenciar lo contundente: las denuncias contra Castillo y las declaraciones de Karelim López. Así César Hildebrandt postula al bonzo del recién inaugurado 2022 y las oenegés ambientalistas brillan por su ausencia porque acaso, como Rosa María Palacios, opinan que “se ve horrible, pero se puede limpiar”.

Lo sucedido en Ventanilla es un crimen, un atentado por el que Repsol debe hacerse cargo no entregando canastas sino resolviendo la catástrofe e indemnizando al Estado y a quienes han sido afectados por el ecocidio. A nosotros nos corresponde levantar la voz, sí, pero no para aprovecharnos de la indignación haciendo llamados o convocando marchas por el cambio de la Constitución y provocar el caos. Este no es un momento para detener el curso, Castillo debe entender que estamos en un tiempo pandémico donde la prioridad es atender la emergencia sanitaria, inmunizar a la población, reactivar la economía e incorporar a la legalidad al más del 80% de la población informal. Mientras tanto el mutismo de quienes apostaron con loas, cartas y manifiestos a favor “del prosor”, es poco más que sepulcral. Un verdadero ejemplo de cinismo que debería darnos por advertidos que en la guerra por el poder los silenciosos también ganan. Considero que hay que cambiar la Constitución, pero una Asamblea convocada por este gobierno sería exponernos al suicidio colectivo y, para eso, basta con la última elección.

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