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El baile de los que sobran

Fecha Publicación: 28/06/2022 - 22:35
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Luego de que el otrora sindicalista Pedro Castillo ganara las pasadas elecciones bajo el eslogan populista de “no más pobres en un país rico”, algunos de sus más entusiastas partidarios podrían haber pensado que el mejorar las condiciones sociales y laborales de los peruanos sería su prioridad. En mi caso jamás creí que, con ideas estatistas —combinadas con un mal equipo técnico— se pudiera lograr algún tipo de mejora en este sentido; sin embargo, creo que es importante juzgar a los políticos haciendo un contraste entre sus promesas y los resultados de su mandato. A sólo un mes de la temida ‘sorpresa’ que el Presidente prepara para el país en fiestas patrias, cabría subrayar, que más allá de llenar las portadas de escándalos de corrupción, su mandato no ha tenido ningún logro relevante y que, en particular, las condiciones de los trabajadores se mantienen deterioradas por un estancamiento económico sin resolver.

La pandemia fue un cataclismo para los trabajadores, donde todas las falencias latentes del mercado laboral cedieron ante la presión de las cuarentenas excesivas, que generaron un shock económico sin precedentes. Esto golpeó principalmente a los independientes y a los trabajadores en microempresas, donde el salario medio cayó en 44 y el 49% para junio de 2020, respectivamente, según cálculos propios en base a la Encuesta Nacional de Hogares del INEI. Debido a los altos costos de la formalidad, que las grandes empresas suelen asumir, el salario medio en este grupo no cayó, pero la contracara de esto fue la destrucción de más de 900 mil puestos de trabajo formales para junio de 2020. En el sector de los independientes y de las microempresas, dejaron de trabajar 4.3 millones de personas, una auténtica crisis en los sectores menos remunerados del país; la pobreza explotó, alcanzando el 30% al final ese año.

Esta es una historia conocida, pero ¿cuáles son los brotes verdes que emergen de la ceniza del incendio que causó Martín Vizcarra? En primer lugar, debido a la predominancia informal de nuestra economía, tras relajar las medidas la inmovilidad social, el empleo se recuperó en estos sectores; sin embargo, los independientes ganaron 17% menos durante todo el 2021, y a marzo de 2022 continúan con un salario medio 13% menor que hace dos años. Las microempresas recuperaron salarios un poco más rápido, pero aún continúan 4% debajo vs. niveles prepandemia. Mientras tanto, los trabajadores de grandes empresas ven sus salarios estancados, casi a los mismos niveles que antes. ¿Cuál es el problema en este para ellas? Que la destrucción de empleo no ha logrado revertirse. De los 900 mil empleos formales destruidos, al año sólo se recuperó la mitad (48%), y a dos años sólo se recuperó un 79%.

Ante la falta de oportunidades en las grandes empresas, que ofrecen puestos formales de calidad, la ‘vía de escape’ ha sido el aumento de los empleos precarios, principalmente como independientes y en microempresas (hoy suman entre ambos 1.1 millones más de empleos que antes de la pandemia). Sin embargo, en estos segmentos los salarios son sólo un tercio respecto a las grandes empresas. Y si a un mercado laboral con salarios estancados y con condiciones precarizadas, le sumamos un proceso inflacionario sin precedentes, el alza de combustibles y la escasez de alimentos, no debe extrañarnos que Macroconsult estime un aumento de la pobreza a finales del 2022 (27.5%). ¿Solución? Un shock de inversiones privadas. ¿Posible con un incapaz y corrupto en el poder? Muy complicado. La única alternativa que parece proponer el gobierno de Castillo es unirse al baile de los que sobran. Sólo queda tener las zapatillas listas.