El cáncer minero
En esta columna hemos hablado del cáncer que representa la mafia caviar que controla el sistema judicial y sus ramificaciones en todo el cuerpo político, productivo y financiero del Perú. Hoy quiero que ustedes identifiquen dónde están radicados esos tumores malignos y que debemos combatir con urgencia, para salvar la vida del país y nuestro futuro como peruanos.
La última semana, hemos podido ver que la metástasis viene atacando uno de los órganos más importantes del Perú, a través de la mafia caviar minera, que pretende seguir controlando la riqueza, sin permitir que logremos poner en marcha el motor que lleve al país hacia una bonanza económica y financiera desde el concepto de riqueza compartida.
Los voceros de la mafia caviar han declarado públicamente que la formalización minera está en manos de criminales. Este tipo de pronunciamientos, desde la comodidad de una oficina, demuestra el absoluto desconocimiento de la realidad real de cientos de miles de peruanos que trabajan de sol a sol e incluso arriesgando sus vidas para mantener a sus familias.
Hablan únicamente de la minería formal y la ilegal, eliminando de la figura a los pequeños mineros, los artesanales y ancestrales. Ellos no son criminales.
Señores, el verdadero crimen es impedir que miles de peruanos accedan a su derecho a trabajar. El verdadero crimen es usar el poder económico para acusar de “criminales” a todos los que no forman parte de su mafia caviar, respaldada por ONG politizadas. El verdadero crimen es convertir la formalización en un filtro imposible, diseñado para que solo unos pocos —los de siempre— sigan enriqueciéndose.
La alternativa es clara: los verdaderos criminales son los que se unen para bloquear el crecimiento de aquellos que generan empleo y prosperidad a los trabajadores. Son los que se llevan la riqueza del Perú al extranjero, y no los que invierten, arriesgan y reinvierten en nuestra tierra. Son los que tienen a sus trabajadores en condiciones laborales precarias, sin seguridad, sin derechos, mientras acusan de criminales a quienes sí protegen, capacitan a su gente y comparten las ganancias.
Son los que siembran pobreza donde podría haber desarrollo, exclusión donde podría haber oportunidad, y violencia donde debería haber paz. La mafia caviar y las ONG caviares han contaminado el mundo minero y también a la sociedad de minería, sin pensar ni en el Perú ni en los peruanos.
La minería ilegal violenta debe ser combatida. Pero no confundamos al delincuente armado con el minero honesto al que la mafia quiere desaparecer para quedarse solos y con todo.
No más monopolios disfrazados de buenas intenciones. No más criminalización del Perú que trabaja. ¡La verdadera minería del futuro será libre, digna y para todos!
Amigos: la minería en el Perú también debe ser parte del cambio de ciclo.
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