El día «D»: 12 de julio de 2024
El próximo viernes, con meridiana certeza, conoceremos quiénes serán los candidatos a la presidencia de la República, a los potenciales candidatos a senadores, diputados y el Parlamento Andino; sin embargo, de concretarse alianzas, el asunto se complejizaría.
Efectivamente, de unirse dos o más partidos, alguno considerará tener mayor potencia electoral, traduciéndose en el “mejor derecho” de ocupar preferenciales cupos congresales. Los partidos menos potentes, por lo menos querrán tener a su candidato “natural” en la plancha presidencial con algunos cupos congresales interesantes, pero, sobre todo, no perder la inscripción ante el ROP, por no pasar la valla electoral.
Los partidos fuertes tenderán a no formar alianzas, por dos motivos: no ayudar a pasar la valla electoral a ninguno, de tal manera que, llevada a cabo la primera vuelta electoral, habrá una extinción masiva de organizaciones políticas, lo que significará que, para las elecciones subnacionales, a pocos meses de las generales de 2026, la cancha quede despejada para hacerse de la mayor cantidad de gobiernos regionales, alcaldías provinciales y distritales a nivel nacional.
Los líderes de los movimientos regionales, ya próxima su extinción masiva, hasta antes del 7 de octubre, harán sus mejores esfuerzos para afiliarse al partido más potente; al que esté en su misma línea política y que, de paso, les deje hacer de las suyas en sus cantones políticos. En ese sentido, los partidos de rango nacional, sabiendo que, en el interior del país son débiles, buscarán o aceptarán afiliaciones de los caciques regionales con mayor arrastre para fortalecer la candidatura presidencial. Así es, quid pro quo… “me dejas robar y te ayudo a ser electo presidente”.
Varios partidos, por su débil organización, por desconocimiento normativo o simplemente por haber nacido prematuramente, ni siquiera participarán en la elección nacional, por no contar con afiliados para las candidaturas congresales; quedando así, fuera de las elecciones subnacionales.
Casi todos los partidos, a desmedro de su dirigencia, sin necesidad de afiliarlos, asignarán los mejores números en la lista congresal a sus invitados, haciendo uso estratégico del 20% que ha previsto la norma electoral. Entonces, los políticos con mayor peso electoral, con harta experiencia, billetera bien pesada, sagaces experimentados operadores políticos, con importantes contactos en las instituciones del sistema electoral, Poder Judicial, Fiscalía, los expertos en cuchipandas y triquiñuelas judiciales, es un hecho, ocuparán los mejores cupos; obteniéndose así, una cámara de senadores y diputados, nuevamente, repleta de innecesarios.
Posturas mesiánicas, iluminadas, egos gigantes determinarán que muchos partidos pierdan su inscripción al postular a su “propietario” como candidato presidencial. Sin embargo, los más avispados, los más objetivos, tenderán a ceder la candidatura presidencial a alguien que, como una potente locomotora, quizá les haga pasar la valla electoral, dejándolos en el partidor listos para las elecciones subnacionales de 2026.
Quijotes, de existir algo rescatable de la elección general de 2026, será que, al margen de las candidaturas despreciables, será la primera vez en la que postularán algunos buenos ciudadanos; serán pocos, pero habrá… Entonces, ¡por primera vez dependerá de nosotros elegir bien!
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