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El dilema moqueguano

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Fecha Publicación: 31/10/2020 - 21:50
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Este lunes, el Congreso de la República debatirá si admite a trámite el nuevo pedido de vacancia contra el señor Vizcarra. Las opiniones a favor y en contra de que el Presidente se mantenga en Palacio han aparecido en todos los tonos desde la opinión pública. Nunca antes un presidente en ejercicio había tenido tantos y tan abrumadores indicios de corrupción en su contra. Hoy por hoy solo las voces rentadas creen que el ingeniero Vizcarra tiene alguna posibilidad de no ir a la cárcel en el instante en que la justicia pueda ejercer su peso sobre él. Así, el mandatario ha puesto al Perú en una situación sin precedentes históricos en el espiral descendente por el que hace tiempo vamos asumiendo la pérdida de vigencia de nuestras instituciones republicanas: ya no se espera de nosotros que votemos pensando en cuál es el mal menor entre dos candidatos; debemos decidir si es mejor aceptar a un presidente -condicionalmente- ladrón o entregarle el poder por nueve meses a un congreso potencialmente radioactivo. Lo importante es saber que hasta aquí nos ha traído Martín Vizcarra Cornejo y él solamente. El congreso que tenemos es solo accesorio al problema principal: un presidente inepto y sin escrúpulos avalado por la prensa que alquila.

Martín Vizcarra (en adelante, SPR) está acusado de haber contratado a sus familiares directos e indirectos, a sus amigos raqueteros del Lawn Tennis y también a familiares de su círculo más íntimo al que, por supuesto, ya traicionó. SPR está acusado de haber dado la orden de contratar a ese folclórico personaje de formas de caficho alegre y quimboso llamado Richard Cisneros. SPR está acusado de haberse reunido con Antonio “Zacapa” Camayo -personaje al que negó conocer-. También está acusado por colaboradores eficaces -con señas y detalles- de haber recibido millonarias coimas por parte de miembros del club del que ahora debe ser ya socio vitalicio: el de la construcción. Además, se ha cuestionado su presencia en la compra de millones de pruebas serológicas inservibles para contener la pandemia en nuestro país. País que, bajo la batuta del inepto socialista -si me permiten la redundancia- Víctor Zamora encabezó la peor gestión de la pandemia en el mundo. Esto sin olvidar ese audio en el que le indica a su entonces círculo íntimo qué debe hacer para obstruir las investigaciones y eliminar las pruebas que pudieran incriminarlo. Y es un secreto a voces que viene más contra SPR. Vaya faena anticorrupción la que logró.

A mí, el tema de la “estabilidad” me importa poco. A otro perro con ese hueso. Ese argumento solo se sostiene bajo la falacia de que con la salida de Martín Vizcarra y su gabinete mayoritariamente inútil podríamos estar peor de lo que estamos. Y eso es fácticamente improbable: hemos hablado de la tragedia en cómo el tridente Vizcarra, Zamora y Zeballos llevó al Perú a lo más alto de los rankings -con cifras todavía falsas- mundiales de incidencia de muerte por el Covid-19; sin embargo, no hemos mencionado la contracción económica, la recesión, la inseguridad ciudadana, el desempleo, el manoseo constante y mañoso a los cánones constitucionales y la dirección de una orquesta periodística que, con notables excepciones, ha bailado al ritmo de la música estridente de la cuchipanda moqueguana. El problema entonces no es que sin SPR el Perú podría estar peor: es casi imposible pensar en alguien que podría conducir un gobierno con menos solvencia que Martín Vizcarra, que ya perdió el apoyo de todos sus aliados y el único bastión que le queda es la amielada población que lo sigue como al padre que todos los peruanos queremos escuchar por la amortiguación de sus guaripoleras, que es cada vez más evidente y vergonzosa.

Entonces, por ahí no va la cosa. El problema real es decidir si es mejor para el país que las riendas del Gobierno las siga teniendo SPR, avalado solo por la prensa y las encuestas -que tienen el prestigio que merecen- y algún par de abogados que están dispuestos a justificar cualquier cosa a cambio de ese pase dorado que los ha conducido -momentáneamente- fuera del anonimato impuesto por su mediocridad absoluta o entregarle las riendas al señor Manuel Merino de Lama, también de triste acción y actuación pública como presidente del Congreso. Esa es la verdadera paradoja: porque sin Poder Ejecutivo le estaríamos dando el control absoluto del país a un tipo que, con su bancada, difícilmente podría organizar una tómbola con solvencia. Pero seamos claros: este congreso al cual ahora SPR le frunce el ceño y lo mira con pucheros es el mismo al que él se trepó, corsario de poca monta, a la ceremonia en la que a sus miembros se les dio las credenciales y aprovechó para tomarse foto, como en una graduación una foto con cada uno de sus nuevos legisladores. La duda entonces se configura cuando nos preguntamos qué es peor para nuestro país: ¿SPR o el congreso que SPR hizo nacer en nombre de reformas que no hizo?

Al dilema moqueguano hay que agregarle solo un ingrediente: mantener a SPR en Palacio significa tener a la persona más interesada del Perú en destruir pruebas y fraguar alianzas con futuros movimientos políticos que le juren no perseguirlo a cambio de algún empujoncito electoral en el cargo de mayor poder político y económico del Perú. Como dice ese tetudo adagio que aquellos opinólogos sesudos repiten con insoportable pompa: es lo que en castizo se conoce como tener al gato de despensero. El problema es que la despensa es el Perú y el gato es el líder de una recua de palurdos mitad pendencieros, mitad huevones que toman las decisiones que le darán forma a las décadas por venir en el país. Así -más atribulados que el príncipe Hamlet- nos tiene SPR: el Embajador inservible que regresó tras complotar contra su líder desde Canadá para levantar la bandera en contra de la corrupción como su estandarte para -acto seguido- proceder a ponerse, con sus amigos de la pobre Moquegua -manchada por este pobre hombre- un babero y entregarse a la cuchipanda para evitar mancharse. ¿Cómo le haríamos entonces, estadista sabio, y padre de la vuelta de los delfines a la Costa Verde? Nos mantiene al tanto, por favor.