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El golpe suave

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Fecha Publicación: 28/09/2019 - 20:50
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Vizcarra gesta hace rato un golpe contra el Congreso, pero al comunismo que lo maneja se le ha complicado con la presidencia de Pedro Olaechea por su férrea defensa del Legislativo y de la Constitución. Olaechea parece tener clara esta avanzada roja continental que, aquí y acullá, dinamita la democracia desde adentro, impone la agenda globalista y la receta castro-chavista, de darle visoEl golpe suaves de legalidad a ese golpismo.

El filósofo y político estadounidense Gene Sharp (1928-2018) acuñó el término “Jiu-Jitsu político” para describir el aniquilamiento del poder, la autoridad y la legitimidad del oponente. ¿No es eso lo que hace este régimen con el Congreso, al acusarlo de intolerante, obstruccionista y que la mayoría abusa de su poder para no dejar trabajar a Vizcarra? Para Sharp toda estructura de poder depende de la obediencia hacia sus dirigentes, así si no se les obedece estos pierden legitimidad, por eso Vizcarra desacata al Congreso.

Si el Legislativo le informa que su propuesta de adelanto de elecciones en inconstitucional, al “de chiripa” le vale madres y manda su proyecto de marras; luego le dicen que no procede la interferencia del Ejecutivo en la elección de los miembros del Tribunal Constitucional, TC, y envía a su portapliegos del Solar con una carta para convertir el asunto en “una cuestión de confianza”. El mensaje es simple: rebeldes contra el Congreso para que no tenga autoridad y, por ende, tampoco quienes fueron elegidos por el pueblo como sus representantes.

En fechas recientes Vizcarra hizo lo propio contra la empresa privada, al conspirar contra Tía María y del Solar llamó a protestas callejeras para “que se vayan todos”. ¿Todos? Hay que estar con el cerebro achicharrado por las drogas para creerse que “el de chiripa” dejará el poder absoluto que tanto le tienta o que no buscará cómo volver por la puerta falsa ya librado de la fiscalización del Congreso.

El ‘golpe suave’ del vizcarrismo no cuestiona ni sanciona a quien genera destrozos, prende fuego a un patrullero o golpea y tira al suelo a un anciano, como hizo Alexander Peña con Luis Alva Castro (76) en el frontis de la embajada del Uruguay cuando Alan García esperaba asilo. Todas estas agresiones son avaladas por el vizcarrismo: zumbar al anciano aprista o enmarrocar a Keiko Fujimori en su traslado a una clínica por una emergencia cardíaca, son mensajes sutiles de irrespeto a los líderes de la oposición democrática.

Es hora ya de desobedecer al tóxico por quien nadie votó. ¡Váquenlo por inútil!