¡El Perú necesita un duro de duros!
Las recientes declaraciones de Josué Gutiérrez Cóndor, el inefable defensor del pueblo, nos confirman que toda la administración pública ha sido tomada por los peores. Este insignificante individuo, con la despreciable desfachatez propia del que soslaya lo efímero del poder, manifestó que la demanda interpuesta ante el Tribunal Constitucional contra el Decreto Legislativo N.º 1373 no tiene la intención de beneficiar a miles de corruptos y que desconocía el proceso de extinción de dominio que afronta su hermana. Nuestro amado Perú no requiere de esperpentos como este.
Desde que tengo uso de razón, la corrupción germina, se reproduce y pervive en las fértiles tierras de la administración pública. Producto de los procesos de regionalización y descentralización, se consolidaron miles de centros de poder político para ser irresponsablemente tomados por seudoindividuos disfrazados de alcaldes, sin capacidad de gestión mínima, para impunemente robarnos. También se generaron nuevos territorios, las regiones, que fueron tomados por los delincuentes dominantes, TODOS, literalmente sin saber leer ni sumar.
El discurso de los pueblos olvidados y pobres donde no llega el Estado es una monumental mentira. En todas las regiones, provincias y distritos del Perú, entre otras instituciones, están la PNP, las FFAA, la fiscalía, el Poder Judicial, el Banco de la Nación y oficinas desconcentradas de los ministerios, pero que ya han sido corrompidos y forman parte del crimen organizado. Es por ello que gobernadores regionales y alcaldías a nivel nacional, aliados con la minería ilegal, el contrabando, el tráfico de drogas, el tráfico de madera ilegal y la trata de mujeres, imperativamente requieren de instituciones inoperantes y corrompidas. Necesitan poblaciones marginales y empobrecidas que, al igual que en Venezuela, se alían con la delincuencia a cambio de pequeños ingresos, a cambio de mendrugos solapados como ayuda social de los seudopolíticos, quienes más bien los mantienen prisioneros de la pobreza, rehenes de poblados sin agua potable, alcantarillado, hospitales y colegios, pero sí con canchitas de fulbito, locales chicheros cumbiamberos y grandes espacios para fiestas domingueras con harto trago a discreción. Esto ocurre en el trapecio andino, en el sólido norte, en toda la Amazonía; este es el pan de cada día en todo el Perú.
Pedro Castillo ganó la presidencia y una importante representación congresal, la que de inmediato se alió con APP, Somos Perú, Podemos Perú, Fuerza Popular y con todo aquel que necesitaba robar o librarse de la cárcel. Con Perú Libre, todo puesto de confianza ha sido tomado por individuos lumpen de escasa o nula preparación académica, socialmente degradados, marginales desadaptados, mendigos mentales, proxenetas, prostitutas y asesinos. Entonces, hermanos peruanos, ya no más medias tintas… ¡BASTA!
El próximo presidente debe ser uno capaz de desenmascarar a los seudopolíticos delincuentes entronizados en cualquier cantón de poder; que quiera y sea capaz de desinfectar ministerios y todo organismo estatal; que termine con la lamentable y corrupta agonía de las empresas públicas infestadas con el incurable cáncer metastásico que aqueja a su personal sindicoleproso.
Quijotes, el globalismo, el progresismo y la agenda woke, de la que se sostiene actualmente el inconsistente socialismo, solo traen pobreza, odio y confrontación. El Perú necesita que su próximo presidente sea un buen y preparado ciudadano radical de derecha, que no le deba ni le tema a nadie… ¡EL PERÚ NECESITA UN DURO DE DUROS!
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