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El poeta de Perú Lee

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Fecha Publicación: 17/10/2020 - 20:00
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Lo conocí en 1999 cuando en Quillca todavía alumbraba el misterio de los poetas. Propietario de un sarcasmo que le valió más de un adversario, su poesía empezó a leerse en los setenta cuando Lima fue tomada, para la literatura, por Hora Zero, La Sagrada Familia y Estación Reunida. A inicios de la década de los noventa, durante el gobierno de Alberto Fujimori, purgó prisión acusado injustamente de ser partidario de las hordas de la extrema izquierda que enlutó el país. Jorge Espinoza Sánchez no era culpable. Cuando recuperó su libertad, lejos de sucumbir al resentimiento por las atrocidades cometidas en su contra, continuó firme en su camino por la escritura y nos entregó acaso el testimonio más desgarrador de lo que padecen cientos de inocentes hacinados en nuestras cárceles: “Las cárceles del Emperador”, una novela que ha llegado a su decimoquinta edición y que los peruanos deberíamos leer para no olvidar cómo se manejó el poder judicial en los años cuando Fujimori y Montesinos, hicieron de las instituciones siniestros lenocinios. Pero eso no fue todo. En 2003, Espinoza Sánchez, luego de publicar Las cárceles del Emperador se concentró en sacar adelante una de las empresas editoriales más ambiciosa, una hazaña por la cultura que no se perpetraba desde los años cuando Barrantes editó los munilibros y, antes, Manuel Scorza los Populibros: la colección Perú Lee, un conjunto de veinte títulos que se vendieron al precio de un nuevo sol, que se distribuyó con la instalación de ferias en algunas plazas públicas y que rompió el mito de que los peruanos no leen.

Medio millón de libros, vendidos en mes y medio, confirmaron que la lectura en el Perú es un asunto de precio. Gracias a la iniciativa de Espinoza Sánchez y a la disposición de Eduardo González Viaña, Cronwell Jara Jiménez, Óscar Colchado Lucio, Juan Rivera Saavedra, Carlos Eduardo Zavaleta, Augusto Higa Oshiro, Carlos Zúñiga Segura, César Toro Montalvo, Ricardo González Vigil, Jorge Pimentel, Enrique Verástegui, Miguel Ángel Guzmán y Dimas Arrieta, escritores comprometidos con facilitar el acceso a la lectura, Perú Lee marcó un hito en lo que sería el nacimiento de las editoriales independientes, el sinceramiento de los precios y un efectivo impulso por la democratización del libro. Hoy que el MINCUL y decenas de municipios tomaron el ilustrativo verbo para sus programas de lectura, es de justicia reconocer al primero de sus promotores. “Quiero que sepas / que ser poeta en este país demente / y sangrar desesperadamente por la vida / es ser perseguido, proscrito, presidiario / y condenado a la hoguera”, ha dicho Jorge en uno de sus más celebrados poemas; evitemos que así sea.