El Quijote de la pintura
Barranquino, nació el 5 de julio de 1925. El mes pasado se cumplieron cien años de su nacimiento. Fernando de Szyszlo, sobrino del genio de la literatura peruana Abraham Valdelomar, hijo de María Valdelomar Pinto, pudo ser arquitecto, sin embargo, decidió correr todos los riesgos y estudió artes plásticas en la Pontificia Universidad Católica. Amigo de André Breton, Octavio Paz y Mario Vargas Llosa, fundó con el nobel peruano el Movimiento Libertad. Yo tenía diecinueve años cuando lo conocí en Trujillo (1997), en una charla en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano. Me atreví a dibujarlo con tinta china mientras explicaba por qué hizo de las iconografías de los mantos pre incas una de las características transversales de su obra. Aquella noche recordó que fue precisamente en una de las salas del ICPNA, en Lima, donde expuso por primera vez, en 1947, un año antes de instalarse en París. Por eso la importancia de “Visiones del Hidalgo: Szyszlo frente al Quijote”, la exposición que se inauguró en la Galería Pancho Fierro, con motivo de su centenario que, hoy, se clausurará oficialmente. Con más de diez mil visitantes, se constituye en uno de las puestas más concurridas y significativas. La Gerencia de Cultura ha preparado una programación que vale la pena presenciar: se presentará el libro “Don Quijote de la Mancha” a cargo de Horacio Rico, filántropo y coleccionista, quien posee una de las colecciones más amplias del Quijote, además de otros especialistas que abordarán la obra literaria de Cervantes y los grabados realizados por Szyszlo en 1949, ofreciéndole a los visitantes otra toma, poética y contemporánea, del clásico universal. A mediados de la década del setenta, se calculaba que Fernando de Szyszlo había pintado más de mil quinientas obras. Prolífico y singular, fue condecorado con la Orden de las Artes y Letras en el grado de Caballero por el gobierno de Francia, en 1981; en 1987 Chile le otorgó la condecoración Bernardo O’Higgins en el grado de Gran Oficial y, en Perú, la Orden del Sol en el grado de Gran Cruz, el 2011. Pienso que la metáfora del Quijote está muy bien representada por la vida de Fernando de Szyszlo, el otrora talentoso muchachito que observaba el mar desde el malecón de Barranco, convertido en uno de los grandes maestros del arte universal con un legado que nos enorgullece. La muerte, aquel abrazo inesperado, nos privó de su presencia física el 9 de octubre del 2017. El Genio de la pintura, sin embargo, continúa con nosotros, gracias a estos acontecimientos que nos retornan a su obra. La cita es en la Galería Pancho Fierro.
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