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El referéndum de los bobos

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Fecha Publicación: 20/09/2022 - 21:45
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Muchos parecen arrepentidos de haber apoyado el referéndum populista que Martín Vizcarra promovía hace cuatro años. La prensa fue cómplice, y la ciudadanía acrítica, mientras aplaudieron estas medidas ‘notables’, cuando era previsible su fracaso. El 86% de los peruanos le dijo que sí a la reforma constitucional de la Junta Nacional de Justicia, debido al caso de Los Cuellos Blancos del Puerto, supuestamente para “limpiar” jacobinamente esta institución.
¿Cuál fue el resultado? Desde el 2018, el Perú pasó del puesto 99 al 121, en cuanto a corrupción de la justicia penal; y del puesto 94 al 107 en corrupción de la justicia civil, según el Índice de Estado de Derecho del Proyecto de Justicia Mundial (WPJ, por sus siglas en inglés). Un desastre en todo aspecto. Nadie confía en esta institución y nunca quedó claro de qué manera se evitaría un manejo politizado de la justicia.
¿Qué más se cambió? Se prohibió la reelección de congresistas. ¿Resultado? La conformación parlamentaria 2020-2021 fue tal vez una de las menos calificadas de la historia republicana. Se promovieron medidas populistas como el “retiro del fondo de la ONP”, la cual fue una flagrante mentira, al no existir cuentas individuales ni fondo que retirar. La calidad legislativa se fue en picada, y el Congreso durante varios meses se dedicó a gastar dinero público para aprender.
Quienes minimizan el impacto de esta medida, argumentan que históricamente sólo 20% de los congresistas era finalmente reelecto; pero con mayor razón se demuestra que tal reforma no se justificaba. ¿En qué afectaba que un congresista valorado por su región obtuviese nuevamente un escaño? Sólo se aprovechó el odio circunstancial contra el fujimorismo para debilitar de manera permanente a una institución clave para la democracia, como es el Poder Legislativo.
Quizá la única reforma con algún sentido fue la relacionada al financiamiento de las organizaciones políticas. ¿En qué consistió? Se modificó el art. 35 de la Constitución de modo que: 1) se permite el financiamiento público para ‘promover la participación y fortalecimiento de las organizaciones políticas’, 2) el financiamiento ilegal generará sanciones que pueden llegar a ser penales, 3) los aportes privados deben ser bancarizados a partir de cierto tope, y 4) la propaganda radial y televisiva sólo podrá hacerse con financiamiento público indirecto.
Desde que se implementó la medida se han entregado cerca de 138 millones de soles de dinero público a las organizaciones políticas. Ahora existen escándalos porque diversos líderes están utilizándolos para pagarse sueldos, hacer ‘media trainings’ y similares. Sin embargo, también es que, gracias a esta reforma, se puede sancionar penalmente la malversación de estos recursos. Por ello, no veo como algo necesariamente negativo esta reforma.
Lo que sí fue nefasto fue el rechazo irracional de Martín Vizcarra hacia la reforma de la bicameralidad, porque supuestamente el Congreso habría “desnaturalizado” su propuesta. Con una simple afirmación sin fondo, que además demuestra que lo único que le importaba de ese referéndum era ratificar sus propuestas personales, y no aquellas que fuesen positivas para el país, se rechazó esta importante reforma.
¿Por qué se “desnaturalizó”, según Vizcarra? Porque no incluía que el senado debiese tener paridad de género, algo que no tiene nada que ver con si es pertinente una segunda cámara o no. Asimismo, se argumentó que la cuestión de confianza se estaría modificando porque el Legislativo quiso especificar que esta no debía de darse para iniciativas que le corresponden exclusivamente al Congreso. Esto último, ya lo corrigió el actual Congreso.
¿Por qué entonces rechazamos la bicameralidad? Por bobos. Por estar siempre dispuestos a ceder nuestro pensamiento crítico y voluntad ante cualquier oportunista que esté listo para fingir que se preocupa por nosotros. Ante cualquier populista. Tenemos lo que merecemos.