El riesgo de la política
Nuestro país, al igual que muchos países, viene atravesando grandes problemas: crisis del Estado, narco-terrorismo, desigualdad, desastres naturales, inmigración, etc. Si le preguntamos a cualquier ciudadano que transita por la calle acerca de su percepción acerca del Perú, responderá que estamos jodidos y que el Gobierno es incapaz de resolver la situación y se evidencia la apatía de nuestra sociedad. Si a ello le sumamos el rol de los medios de información y comunicación, que más se enfocan en los problemas y no en las soluciones, la situación se vuelve más complicada aún. ¿Cómo podríamos afrontar estos grandes problemas o desafíos?
El Perú viene luchando con estos graves problemas y se ha desatado una lucha por la reforma, lamentablemente la manera es fatal: pelea entre políticos al mismo estilo callejero, distanciando mucho más la confianza de la población en la clase política; en todos los partidos se han descubierto actos de corrupción, y sus líderes están en prisión, con orden de captura o procesados por la justicia. Debemos parar esto y forjar una tregua entre todos los partidos políticos o bancadas congresales actualmente enfrentados; solo si se logra el consenso se podrán aprobar las reformas que tanto nos urgen; para ello falta algo fundamental: el compromiso.
El Presidente de la República y su gabinete no solo deben ganarse la confianza de la población (reflejada en las encuestas), sino tienen que dialogar con la oposición; las decisiones que se tomen deben ser unánimes, inclusive deben ser permeables a priorizar algunas de las propuestas del opositor, en una clara muestra de preocupación por el futuro del país. Por otro lado, no debemos recordar que nuestros problemas son únicos y que mal haríamos importando modelos o recetas de otros Estados; tampoco las soluciones puntuales serán eternas, tienen que adaptarse a medida que las circunstancias van cambiando.
A continuación, esbozaré algunos instrumentos que podrían servir para superar la situación actual. Primero, no resistirse al cambio, es momento de dejar atrás viejas reglas de juego y apostar por otras nuevas, en una clara muestra de inteligencia. Segundo, actuar con más pragmatismo, no se debe perder valioso tiempo y energías en sentimentalismos, partidarismos o ideologías, el país está por encima de todo. Tercero, un verdadero líder debe ser capaz de abrazar a su adversario, obligando a sus seguidores a comprometerse con el objetivo común; obviamente nadie conseguirá todo lo que quiere, pero todos tendrán suficiente como para mantener la unidad.
Para gobernar un país no solo se necesita habilidad y saber afrontar las circunstancias, se requiere algo más: tomar grandes riesgos para producir grandes cambios, esto puede asustar a cualquiera; para superar este temor se requieren agallas; lamentablemente los políticos valientes son escasos; nos toca a los electores exigir el coraje de los líderes políticos, por eso los hemos elegido y no pueden rehusarse a ello. Depende de nosotros saber elegir a más hombres y mujeres lo suficientemente valientes para hacer que las cosas en nuestro país funcionen correctamente.