El show de Cristina
El embajador de Argentina en Bolivia, Ariel Basteiro, culpó a la oposición de su país y a los medios La Nación y Clarín “que permanentemente inoculan odio” de haber “motorizado” -impulsado- al “loquito” Fernando Sabag Montiel, quien la noche del jueves intentó disparar a la vicepresidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirchner, cerca de su departamento en el muy exclusivo barrio de Recoleta, Buenos Aires. Lo dijo en entrevista a radio La Razón, de la Paz, siguiendo la línea del infeliz mensaje a la nación del presidente Alberto Fernández, quien también arremetió contra los medios opositores y afirmó que el Poder Judicial “tiene un discurso de odio”, lo mismo que la oposición. Declaró ayer feriado para dar paso a una actividad partidaria, con la excusa de movilizar a la población por la paz. Lo único que quieren estos huérfanos de Perón es quedarse incrustados en el poder y convertir a ese mamarracho que es la Kirchner en el feroz animal político que fue Evita.
El guión del ‘atentado’ pasará a los anales de la histeria más que a los de la historia. La narrativa oficialista tratará de victimizar a Cristina, pese a lo descabellado. El agresor Sabag se acercó a la Kirchner y le puso una pistola frente a la cara. Atravesó el cerco de constituido por cien agentes de la Policía Federal y un anillo duro de cinco custodios muy bien entrenados. Ella no mostró expresión de temor alguno.
La pistola fue gatillada una sola vez y no disparó ningún proyectil. Sabag se alejó, ella se acomodó el pelo, siguió sonriendo y firmando autógrafos. Su seguridad no la rodeó ni llevó a su vivienda. La web de noticias ‘Agarrá la Pala’ (crítica del régimen) difundió cómo el agresor ni siquiera fue esposado al ser montado en un patrullero. Mientras el periodista Nicolás Morás, del canal web ‘Los Liberales’, explicó que “El arma no estuvo en ningún momento apta para disparar. Queda claro que su intención no era eliminar a Cristina Kirchner”.
El destacado periodista argentino Jorge Lanata dijo ayer: “Hay que tratar todo esto sin oportunismo, ni desde la oposición, ni desde el Gobierno. Cristina claramente es víctima, nadie puede decir lo contrario. Ahora, ser víctima no la transforma en inocente respecto de otras causas que tiene. Las víctimas no son mejores que nosotros, no son moralmente superiores. No es que ser víctima justifique todo lo que viene después”. Veremos, porque esa se sale siempre con la suya.
Cristina y el gobierno capitalizan el episodio. Por lo pronto, ya cambiaron la agenda mediática y desviaron la atención de los serios casos de corrupción en los que están involucrados. El gobierno ha aprovechado la imaginaria tragedia para convocar a las masas en defensa de la democracia, cuando Argentina solo sufre una cleptocracia generadora de miseria. Lo único seguro es que el show seguirá.
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