El tren que incomoda a la izquierda
La izquierda no soporta dos cosas: el bienestar de los menos favorecidos y el progreso, por eso ahora aparece un coro de comunistas y caviares a tratar de destruir el tren donado a Lima por gestiones del alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, un hombre de derechas.
¿Por qué tanto escándalo por una donación de trenes? ¿Por qué el foco está en el año de fabricación de los vagones y no en las vidas que cambiaría una solución de transporte masivo y accesible? Simplemente porque quien lo impulsa es un político de derecha. Y eso, para la izquierda radical, es inaceptable. Que un alcalde conservador logre en meses lo que gobiernos progresistas no hicieron en décadas —acortar distancias reales, no solo ideológicas— descuadra. Los deja sin bandera. Porque demuestra que la derecha gobierna con eficacia y sensibilidad social. Y no roba a manos llenas ni remata la ciudad como lo hizo la zurda Susana Villarán de la Puente.
Cuando el Pikachú de Gorriti y Soros, Alejandro Toledo, regaló tablets defectuosas y le entregó a Odebrecht y al cartel de la construcción las principales obras, callaron; cuando la pareja presidencial recibió petrodólares de Venezuela no dijeron nada tampoco sobre el asesinato de su empleado Fasabi ni sobre las Agendas de Nadine y su secre Verónika Mendoza, y hubo un silencio total cuando PPK se pasaba las tardes tomando gin y haciendo lobbies o cuando Vizcarra se vacunó a espaldas del país, y menos cuando Sagasti se sentó sin seguir el mandato constitucional en el sillón de Pizarro.
Pero cuando López Aliaga trae trenes funcionales que operaron en California y pueden rodar con una inversión mínima, el periodismo de cloaca lo llama “populismo chatarra”.
Pero el pueblo ya no come cuentos. El trabajador que pasa casi seis horas al día en combis y paraderos sí tiene urgencia, y este tren no es una movida electoral, sino una oportunidad para vivir mejor, descansar más y tener más tiempo en familia.
Los que nunca construyeron nada y más bien destruyeron todo avance se rasgan las vestiduras por un tren que ha movido millones de esperanzas. Desinforman, acusan sin pruebas, presentan documentos parciales, presentan traducciones inexactas y recortadas. Siempre se oponen, nunca proponen, y sudan porque Rafael López Aliaga sube en las encuestas de cara a las elecciones presidenciales. Porky es un dolor de cabeza, porque ya no solo está Keiko a la derecha. Ahora tienen a dos que atacar.
A los zurdos les importa un bledo que gracias a ese tren padres y madres ya no tendrán que dejar a sus hijos dormidos para ir a trabajar. Que miles de niños y jóvenes podrán estudiar sin quedarse dormidos en clase ni perder la mitad del día en tráfico, y que decenas de miles dejarán de correr entre humo, bocinazos y microbuses saturados.
La izquierda quiere convertir un tren en un campo de batalla, y aparentemente una reportera de La República —el diario del “El túnel existe”— vandalizó el tren, por eso la Municipalidad ha denunciado a ese pasquín comunista.
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