El voto de ¿confianza?
El jueves 26 el presidente del Consejo de Ministros y su gabinete asistirán al Congreso para exponer su política general de gobierno y las medidas que requiere su gestión para solicitar luego el voto de confianza, que al parecer les será otorgado en nombre de la “gobernabilidad” y para evitar que se etiquete al Congreso de “obstruccionista”.
Sin embargo, los grupos parlamentarios no se dan cuenta que la situación política es muy diferente a la que se vivió con los presidentes Vizcarra y Sagasti, donde ambos, nos guste o no, tenían un porcentaje alto de aceptación de la población y cualquier acto de control político que realizaba el Congreso era rechazado por un gran sector del país.
Hoy con el presidente Castillo las cosas son muy diferentes; el escenario político del país está convulsionado por las malas acciones de gobierno, el impacto que han tenido en la economía del país, sobre todo en los precios de los bienes y servicios básicos, y sus relaciones con el terrorismo. Es decir, un voto de confianza por la “gobernabilidad” y contra el “obstruccionismo” es una pésima justificación que daría el Congreso ya que sería puesto en el mismo “saco” que el Gobierno y redundaría negativamente en los niveles de aprobación de dicho Poder del Estado. El Congreso no debe ir contra la corriente.
Lo políticamente correcto, en mi opinión, sería otorgarlo con la mínima votación aprobatoria para hacer llegar el mensaje que el Congreso no está de acuerdo con lo que viene haciendo el Gobierno y a la vez advertirles que los mecanismos de control político, como la interpelación y las invitaciones a los ministros para informar al pleno, serán activados con la posibilidad que puedan ser censurados.
Es decir, el Congreso no debe caer en la estrategia del Gobierno de querer que el voto de confianza se les otorgue por la “gobernabilidad y el no obstruccionismo”, sino tener razones diferentes que justifiquen la votación y que ésta se realice con el mínimo necesario.
Lo cierto es que el Parlamento y el Gobierno tienen roles distintos: el Congreso no gobierna y su rol, entre otros, es el de ejercer control político y fiscalización, sobre todo cuando el Gobierno tiene en el Congreso una representación sólo del veintiocho por ciento.
La oposición debe saber dar mensajes claros y no tener miedo en que se les tilde de obstruccionistas por que el Congreso no gobierna.
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