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En el Colegio Médico

Fecha Publicación: 07/10/2023 - 20:00
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La última vez que fui al auditorio del Colegio Médico fue en abril de 2016, cuando el genial Paco Ibáñez clausuró el Festival Internacional de Poesía de Lima, organizado por el poeta Renato Sandoval. Escuchar al trovador español coreando sus canciones con Teuco Castilla, Jotamario Arbeláez, Gabriel Chávez Casazola y Beatriz Russo, fue una experiencia inolvidable.

Nunca imaginé que pasarían siete años para retornar a una de sus butacas. El último cinco de octubre allí estaba, otra vez coreando, ahora acompañando a mi doctora en el marco de los 138 años de la conmemoración de la muerte de Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana. Fue un evento muy emotivo: el Colegio Médico reconoció a tres de sus más preclaros miembros: el Dr. Uriel García, quien a sus cien años, entregó un lúcido mensaje sobre el ejercicio de la profesión.

El Dr. Misad Núñez, discípulo del Dr. Uriel García, quien, desde el estrado, le agradeció las enseñanzas. “Soy más joven, tengo 97”. Y, finalmente, el Dr. Melitón Arce, alumno de ambos. “No, yo soy el más joven. Yo tengo 90 años”, y todos reímos y aplaudimos. No pude, sin embargo, evitar recordar a los más de 500 médicos fallecidos en la pandemia, y no pude evitar recordar la frase infeliz del exministro Zamora, sin embargo allí estaban, un patriarca centenario y dos patriarcas nonagenarios, dándonos una lección de resistencia, un mensaje ético, tres discursos para no perder la convicción que estoy seguro sonrojaron a más de un exministro presente.

Llegar a esa edad: así, es una motivadora aspiración. Apreté la mano de mi compañera y le agradecí en silencio por su noble magisterio. Cuando estuve cerca, ella cuidó de mi hermano; cuando estuve lejos, cuidó de mi mamá. Ahora me cuida a mí. “En sus palabras nada me tensiona, su pira de luciérnagas en vuelo enciende la bondad que me perdona.

Mi madre, que nos cuida desde el cielo, siente nuestra paz, sonríe, la menciona: pregunta por su corazón de terciopelo”. Escribí hace meses. El día de la medicina peruana debe ser eso: un pretexto para agradecer a esos ángeles que nos protegen en la tierra. El 5 de octubre, en el auditorio del colegio médico, fue muy significativo sentir la alegría de doctores y doctoras, aplaudiendo a sus patriarcas, y aplaudiendo a William Luna, el artista responsable de hacernos corear aquellas letras que aprendimos a tararear para decirle a nuestros seres más queridos que permanecen aquí, en nuestros corazones, en aquellos pálpitos con los que se anuncian como si acaso desde lejos nos siguen acariciando con su ternura.

La ciencia al servicio de la humanidad como un corazón gigante, como un escudo de sabiduría. Mi doctora escuchaba atenta, yo estaba en poesía: la poesía y la medicina, dos bellas formas de resistencia.

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