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En nombre de la institucionalidad

Fecha Publicación: 08/09/2019 - 22:10
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Tal como advertimos la semana pasada, el camino a la vacancia presidencial viene siendo presurosamente empedrado por aquellos que buscan, en nombre de la defensa de la institucionalidad, generar las condiciones para echar al traste de la impunidad las investigaciones y procesos judiciales, liberando a los principales cabecillas y operadores de la mafias enraizadas en la política, el aparato estatal, en el sistema judicial y en el sector empresarial.

Pero no solo les interesa sacar del camino al Presidente de la República. La estrategia apunta a retomar el control de las decisiones en el sistema judicial y en los principales órganos de control que les permita limpiar de polvo y paja a sus socios, “perseguidos políticamente”, y empezar con el operativo “venganza” contra quienes se atrevieron a develar su inmundicia.

Y para ello, requieren vestir sus acciones con el ropaje de la “defensa de la institucionalidad”, de la “legalidad constitucional”, de la “defensa del sistema democrático”. Tal es su desesperación que apelan a la vieja estrategia de tocar la puerta a los cuarteles, con el añejo cuento de que “los militares responderán a quien se atreva a disolver el Congreso”. Es decir, evitarán un supuesto “golpe vizcarrista” con… ¡un golpe militar!

La paranoia de quienes ven la posibilidad de un adelanto de elecciones como un riesgo mortal a sus intereses personales y de grupo, lo único que está generando es llevar la crisis política al límite de lo insostenible, afectando gravemente lo que ellos mismos tratan supuestamente de defender: la institucionalidad democrática.

En este complejo escenario, es importante que la clase política reflexione sobre los pasos a seguir, porque de lo que haga o deje de hacer en el corto plazo dependerá el futuro de la institucionalidad democrática. Siempre estará en sus manos la ruta a seguir, por ello la ciudadanía exige una renovación de sus líderes políticos, que vayan adecentando la representatividad democrática.

No me cansaré de exhortar a los movimientos y partidos políticos a promover espacios de diálogo ciudadano, a generar consensos, a transparentar sus acciones y empoderar a genuinos líderes vecinales o comunales, que lleven la voz de las mayorías hasta las máximas instancias del poder.

Convertir la crisis en oportunidad es el reto de la nueva clase política, cuyo proceso de maduración se dará progresivamente, siempre y cuando se activen los controles de la vigilancia y participación ciudadana. Tratar de agravar la crisis para que las mafias sigan su festín, será siempre la estrategia de quienes buscan convivir con la impunidad y mantener el statu quo.

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