¿Enfoque o desenfoque?
Llevamos considerable tiempo discutiendo lo del “enfoque de género”, ante la pretensión de algunas autoridades gubernamentales, sobre todo del sector Educación, así como en el Congreso de la República, gobiernos regionales y municipales de poner el asunto en la agenda nacional, motivados por algunas organizaciones no gubernamentales y también por presión mediática.
Por dicho tema y por interpretaciones no siempre certeras, hay altos decibeles entre los involucrados, en lugar de estudiar el tema tranquilamente y sin altavoces. Incluso se han llegado hasta presentar proyectos de ley en nuestro Parlamento, como también se han realizado marchas y contramarchas en diversas localidades del país.
Debemos además recordar que cuando ha habido agresiones o acoso a damas, así como injusticias laborales con retribuciones diferenciadas para hombres y mujeres en el mismo o similar cargo, se han levantado voces reclamando igualdad de género o equidad de género. No se ha hablado de igualdad ni de equidad de sexos, sino de géneros. Allí empieza el problema.
No creo que alguien, en los tiempos en que vivimos, no esté de acuerdo en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, incluso para derechos laborales con las consideraciones propias de sus diferencias somáticas y sicológicas. Empero cuando se habla o escribe de igualdad o equidad de género, surgen de inmediato las discusiones, pues hay quien con toda claridad diferencian sexo de género, y de quienes desean que la confusión siga imperando.
Se agrava el tema, cuando se entra con mayor fuerza al tema de personas, que siendo de un sexo determinado tienen orientaciones, conductas o acciones no acordes con lo que la naturaleza fijó, pero a quienes hay que respetar en las opciones que adoptaron, pues todos debemos comprender criterios y actitudes diferentes a las nuestras. La vida en sociedad implica también tolerancia y por supuesto consideración para con los demás, aunque sus características hubieren variado.
Como vemos, el error consiste en asemejar sexo con género, lo que puede ser casual o también con motivaciones para la confusión y, en esa forma, inducir a conductas que se deben respetar, lo que no significa que se deban imitar.
Los sexos, de acuerdo a la naturaleza, son masculino y femenino, aunque los géneros, según en ese entonces obispo Óscar Alzamora Revoredo en su estudio titulado “La ideología de género, sus peligros y alcances”, recuerda que los autores de la teoría la orientan a señalar que es la sociedad la que forma el género, aseveración que no comparte, pero que no se puede negar que existe.
Hoy por hoy, en estudios, planes lectivos, propuestas educativas y en tanto otros documentos, se habla y escribe de la perspectiva de género, de su enfoque, incluso de su orientación.
Como quiera que la perspectiva de igualdad de sexo nada tiene que ver con la perspectiva, enfoque u orientación de sexo, convendría –para evitar confusiones– ser precisos al tratar los temas, pues una cosa es conocer los dos sexos para igualar a hombres y mujeres en sus derechos, y otra el enfoque de género, que va más allá de lo dicho.