Estamos secuestrados
El progre-marxismo-caviar ha secuestrado el poder e impuesto un totalitarismo asfixiante. Nos espían, chantajean, amedrentan y dirigen al Perú al despeñadero moral, social, ambiental y económico. El desmoronamiento de la legalidad y de la institucionalidad democrática por intromisiones de Vizcarra en el Legislativo y el Poder Judicial ya es “la nueva normalidad”.
Somos atacados con armas de “distracción masiva”, como el audio filtrado para retrasar la casación de la presa política a Keiko Fujimori, líder de la oposición. Tenían que sacar de foco los cuestionamientos al infame acuerdo con los -hoy sabemos- mentirosos ejecutivos de Odebrecht. Sirvió. Poco a poco, además, esfuman a Kuczynski, víctima de sus traiciones, bajo cuestionable arresto domiciliario, sin acusación.
La mugresía reescribió nuestra historia reciente a su medida valiéndose de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, CVR. “Su” verdad quedó sellada en Lugar de la Memoria, LUM, donde subliminalmente glorifican a los terroristas de Sendero Luminoso y el MRTA, demonizando a las Fuerzas Armadas y Policiales que entregaron su vida para impedir que los carniceros rojos capturaran el poder a punta de armas, dinamita y horrendos crímenes.
Esa gente creó el slogan “conflicto armado interno”, y no lucha contra el terrorismo, para deslegitimar el valiente combate de soldados, policías, ronderos e indígenas contra las hordas de asesinos seriales y violadores de mujeres, niñas y bebés.
El accidental Vizcarra gobierna con unos tales por los que nadie votó (Gustavo Gorriti y quienes jalan su carreta), y en complicidad con medios trasvestidos de ilegítimos partidos políticos. Usan ese poder para promover el pensamiento único, descalificar, difamar y censurar a los incómodos y a quienes no son sus cófrades gastronómicos y globalistas.
La “mugresía” ha logrado que toda una generación identifique a la democracia con la bandera roja de la hoz y el martillo, símbolo inequívoco de Sendero, ese culto fanático del marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento Gonzalo, cuyas víctimas fueron, principalmente, humildes campesinos, sus mujeres e hijos. La juventud desconoce que el MRTA se inspira en el castro-guevarismo, cuya herencia es el castro-chavismo encarnado por Maduro, el camionero colombiano devenido en dictador de Venezuela.
Nadie le dice a los pulpines y millenials que Sendero y el MRTA perpetraron inenarrables crímenes de odio contra la comunidad LGTB en el Perú; cosa que ocupó poquito espacio en el voluminoso informe de la CVR y es inexistente en el discurso derecho humanista.
Esto ya se parece demasiado a la novela distópica “1984”, de George Orwell. Como dicen los niños: ¡SORROCO!