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Feliz 28 a todos, incluido Puno

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Fecha Publicación: 28/07/2023 - 22:40
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Los historiadores de estos tiempos presentan el proceso de la independencia de nuestro país como un desmadre, donde no había unión ni objetivo común. Una suerte de castas variopintas que, gracias al impulso de San Martín y Bolívar, convergieron en la creación de la República peruana hace más de 200 años. Hubo líderes que dejaron la adhesión a España, asumiendo la gesta republicana. Peruanos que pasaban al bando de los realistas y el pueblo desunido, también con diversos intereses.

Sería interesante que algún historiador contemporáneo siguiera la escuela de la historiografía francesa y hurgara en los sentimientos que dominaron aquella época. ¿Tenían orgullo o indiferencia por la patria nueva? San Martín y Bolívar tuvieron fuertes discrepancias que terminaron con el autoexilio del primero y la ‘victoria’ del segundo. Dos siglos después se apela a la unidad nacional que parece no existir, porque –repiten muchos– somos un país fragmentado.

Actualmente vivimos una desintegración social. Nos une el aliento a la selección peruana de futbol (otros deportes no movilizan) y la defensa de nuestro país ante un ataque exterior. Las groseras intromisiones en la política peruana de presidentes como Petro y López Obrador, no generan simpatía. Pero, la emoción que prima entre los peruanos es el resentimiento. Habría que desterrarlo de nuestro ánimo. El resentimiento es corrosivo, no tiene fin, genera odio, desapego y destructividad.

Lamentablemente ese rencor se extiende, especialmente en el sur del país, y tiene su epicentro en Puno. Lo ocurrido con Hernán Crisisto, alcalde de Ácora, distrito de la zona aimara de ese departamento, es espeluznante. Se reunió, como corresponde a su cargo, con la presidenta Dina Boluarte. Su pueblo casi lo lincha por tal acción. Tuvo que arrodillarse en la plaza local y pedir disculpas a sus paisanos que amenazaban con vacarlo por tal grave falta. Pese a que no causa perjuicio alguno para Ácora.

Probablemente, cuando Crisisto se puso de hinojos estaba más que aterrado, calibrando que después de la amenaza de vacancia podría venir tranquilamente el linchamiento, por eso no dudó en decir públicamente: “pido perdón a mi pueblo por haberme reunido. Nunca más volveré a hacerlo hermanos. Yo soy líder, representante de ustedes. Perdón hermanos”. Desde la caída de Pedro Castillo en varias localidades de Puno no hay ley si no un control de un grupo extremista sobre los ciudadanos de esa región.
Como miles de peruanos, ahí están enojados con el Estado, este les es ajeno, lo que da pie a que las promesas de un cambio violento del sistema tengan audiencia. ¿El resentimiento se cura? Difícil responder. Lo acompaña el sentirse excluido por ser andino y ser pobre. Subyacente a ello está el venenoso rencor.

Nuestra clase dirigente, si la hay, no ayuda en nada, lo vemos cada día. La reciente elección de la mesa directiva del Congreso es una gran metáfora. Conocedores de la difícil situación del Legislativo, parlamentarios dizque de convicciones democráticas, decidieron no ser unitarios y no respaldaron a la directiva elegida. Además, afirman equivocadamente que serán una suerte de conciencia moral y vigilante del Congreso.

Queda claro que si hay trabajo, oportunidades para todos, bonanza económica el resentimiento amainará. Boluarte ha pedido perdón en su discurso por la violación de DD.HH. ¿Ayuda? El tiempo lo dirá. ¡Felices fiestas! Incluida Ácora.

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