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Fluidez del tiempo

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Fecha Publicación: 13/02/2022 - 22:56
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Después de la pacificación nacional, son escasos los cortes de fluido eléctrico, atrás quedaron las torres derribadas por la insania terrorista; las nuevas generaciones no han vivido aquella época donde se podían pasar varios días sin energía eléctrica, teniendo que recurrir a velas, linternas a baterías, para poder realizar nuestras actividades rutinarias.

Hoy en día, es común entrar a una cafetería y buscar un punto de electricidad para conectar nuestros dispositivos electrónicos; nos aterra la idea de no estar conectados, hemos llegado a tal punto que nos interesa más nuestros dispositivos y su conectividad que la comida y la vivienda; hemos ido transformando nuestra identidad, un tema que amerita una reflexión.

La vida de cualquier persona está basada en la experiencia, ya sea directa o indirecta; podríamos compararla como una novela, la cual se va escribiendo párrafo a párrafo y capítulo a capítulo; al igual que en la ficción, nuestra vida no solo se trata de felicidad y angustia, triunfos y derrotas; pero, a diferencia de los capítulos de una novela, nuestra vida es el libro completo que sigue escribiéndose, a cada instante; gracias a esa historia vamos logrando encontrar nuestro lugar en el mundo y vamos cambiando nuestro mundo interior.

Nuestra historia requiere de las dimensiones temporales, tanto el largo recorrido de nuestra existencia, así como cada momento de experiencia que vamos viviendo; al experimentar un instante determinado, estamos sumando a la narración de todos los momentos de experiencia, en una secuencia que fluye en el tiempo. El tiempo, evidentemente transforma todo, lo físico y lo metafísico; nuestras emociones y estados de ánimo logran codificar el tiempo, por ello sentimos nostalgia o arrepentimiento por el pasado, así como esperanza o temor por el futuro.

Las nuevas tecnologías, indudablemente, han alterado el flujo del tiempo; por un lado, tenemos más vida útil, algo así como más material para nuestra historia; por otro lado, la medida del tiempo se ha reducido. Hoy es posible medir el tiempo en unidades cada vez más pequeñas, desde el nanosegundo hasta el attosegundo, llegando a comprender, por medio de computadoras, datos que nuestro cerebro no puede procesar; pero nuestra vida cotidiana, nuestra existencia, sigue el ritmo y el flujo naturales; el día y la noche, las estaciones del año; no es posible aún deshacernos del pasado, presente y futuro, son necesarios para ver las cosas tal cual, para comprender la causa y el efecto, tanto en el mundo material como en el mundo inmaterial.

Hoy nos asaltan sensaciones de que el tiempo va en todos los sentidos y en ninguno a la vez, esto es un fenómeno propio del mundo digital, donde el tiempo tiene una fluidez distinta al mundo natural; Internet ha reducido el espacio y el tiempo, las noticias llegan en tiempo real, de cualquier parte del mundo y por todos los medios posibles; nuestro trabajo, nuestras amistades, nuestra diversión, están al alcance de nuestras manos; Internet también nos hace confundir pasado, presente y futuro, así como el aquí y el allá, ahora tenemos un nuevo aquí y ahora: aquí y ahora digitales.

En este nuevo contexto digital, debemos desarrollar la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo de los avances tecnológicos; no es posible que existan sociedades donde se tiene mayor acceso a los teléfonos celulares que a los servicios higiénicos, esto es una clara ruptura entre lo digital y lo real. Nuestro desafío es, ahora, vivir en dos flujos de tiempo paralelos y casi simultáneos; pero, siempre debemos considerar que el presente encapsula el pasado y elabora una promesa para el futuro; no nos distraigamos mucho, revaloremos el tiempo, reduciendo la velocidad, sintiendo la fluidez del presente, unida a la del antes y el después. ¡Vivamos!

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