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Gestión

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Fecha Publicación: 01/07/2022 - 22:00
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La música criolla como en todo orden de cosas, se desarrolla dentro de un contexto de fortalezas y debilidades; precisamente en este segundo grupo está incluido el concepto de gestión; porque en la ausencia de gestores culturales radica nuestro talón de Aquiles.

Gestión no es tener una tocada, cobrar el “bolo” o matar un “chivo, como comúnmente se denomina en el argot musical el hecho de cumplir con un compromiso; en todo caso, esto es producto de lo que ahora titulamos como gestión y cuyo alcance dependerá únicamente de la visión, compromiso y conocimiento de quien la realice.

En una gran base de datos, en donde los eventos sobresalen por generosos y abundantes, sería desleal promover espectáculos mediocres. Aquí el papel del gestor cultural es fundamental. No confundir con empresario, promotor de eventos, dueño del local, animador, autoridad municipal o ministerial. No, esto es una especialidad, es un perfil profesional que exige una formación integral con pleno conocimiento del estatus cultural en general; raíces, fuentes de información, personajes, corrientes musicales, regiones, historia y mucha creatividad.

Es seguro que, con este conocimiento, estaríamos superando esa valla que bajonea propuestas que pueden ser bien intencionadas, pero que necesitan de un oportuno filtro; de ese control de calidad profesional y creativo para un buen cierre del circuito.

Una grande o mediana producción referida a la música criolla, debería quedar en la retina del público que la aprecia; debería tener inmediata repuesta y cubrir una larga temporada; es decir, ser diseñada y pensada con proyección; para que trascienda, para que haga historia.

Nos acostumbramos al gran anuncio; a la embaucadora marquesina; a la efímera expectativa y a consumir criollismo fácil y mediático; pero que queda para el legado; nada; ni siquiera el último aplauso vociferado que, aunque a veces convence no queda en el recuerdo. Todo se aplaude, todo se viva, todo se adula; ¿qué hacer entonces?

No hay receta; es estructural; es falta de gestión; concepto al que nuestro acervo nunca estuvo acostumbrado y que ahora queremos promover. Que el objetivo no sea el apuro por cobrar al auspiciador de turno; que la finalidad sea cautivar y convencer al público, propendiendo un espíritu crítico y constructivo. Para eso está el valiosísimo contenido; está el legado como banquete al mediodía. Utilicemos los mejores modales para darle curso a esta gastronomía musical que desde hace mucho viene esperando algo.

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