Giampietri, el inmortal
Nos ha dejado un hombre excepcional, cuya vida es un caudal de inspiración y un eco que resonará por generaciones. El vicealmirante (r) Luis Giampietri. Este señor de los mares ha navegado a la eternidad como un gigante inmortal. Es difícil encontrar las palabras para explicar el significado de esta pérdida para los corazones patriotas.
Giampietri forjó su destino convirtiéndose en un héroe sin pretenderlo, llevado por las circunstancias que le urdió la vida o quién sabe por la posición de las estrellas cuando nació, en un hogar de pocos recursos del Callao, esa ciudad portuaria que es símbolo de la resiliencia y fuerza; dos cualidades que, justamente, le caracterizaron.
Ingresó a la Marina y descolló por su entendimiento estratégico de las artes militares. Desafió a los peores enemigos que un país puede engendrar: los terroristas, nacidos en esta tierra nuestra, dispuestos desangrarla y quemarla. Giampietri fue uno de los baluartes de la resistencia contra esos.
Sus habilidades políticas lo llevaron a servir como congresista y vicepresidente en el segundo gobierno de Alan García (2006-2011). Ya era un héroe gracias al develamiento del motín sangriento de senderistas presos en El Frontón, durante el primer gobierno de García (1985-1990) y su rol en el rescate de los rehenes de la embajada de Japón en 1997. Todo esto le ganó el odio de los defensores del terrorismo.
Fue agregado militar ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y jefe del Estado Mayor General de la Marina. Su papel más emblemático fue, sin duda, en la Operación Chavín de Huántar, ya mencionada. Siendo un rehén más dentro de la Embajada de Japón, secuestrado por los terroristas del MRTA, junto a otros inocentes, se encargó de tejer una comunicación con el grupo de inteligencia militar, indicando el momento preciso para el rescate.
A pesar de la gloria y el reconocimiento, Giampietri, un hombre alegre y bonachón, fue víctima de los amargos agentes del odio. Resistió acusaciones, denuncias y una persecución implacable que, irónicamente, continúa después de su partida.
Es imposible expresar la grandeza de Giampietri con palabras. Su vida nos enseña que los héroes no buscan la gloria, sino que la gloria los busca a ellos. Su legado es una luz de esperanza que brilla en la oscuridad que envuelve hoy al Perú. Su historia inspirará a generaciones venideras de corazón puro, como el suyo.
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