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Gobierno a la deriva y panorama social complejo

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Fecha Publicación: 02/12/2024 - 22:10
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El gran problema de la política formal en estos días –Congreso y Ejecutivo– es no interpretar los dolores de la gente y no trabajar en función de los mismos. Cuando Boluarte asumió el poder en diciembre de 2022, debió entender que le correspondía interpretar el momento social y político del Perú y ser un gobierno de transición hacia elecciones generales. Solo un “reset” democrático con voto popular podía encauzar las cosas de manera adecuada. Optó, sin embargo, por hacer lo posible por permanecer en el poder a cualquier costo social. Con tal decisión, debió merituar que los retos mínimos que debía asumir eran: 1) potenciar una recuperación económica popular; 2) demostrar una hoja de ruta respecto a la inseguridad ciudadana, que es un problema potente desde hace algunos años; y 3) tener gestos políticos y de inversión social con las zonas altas del sur andino, donde las protestas habían dejado una cantidad importante de fallecidos. No hizo nada de ello y, más bien, se ha dedicado a declarar de manera torpe, además de viajar por el mundo con frivolidad cuando le dan permiso, sin traer para el país resultados importantes que hagan sentir a los ciudadanos que realmente tenemos a alguien que nos represente. No se ve vocación de servicio.
Destaco, además, su manía por buscar culpables en los demás para no asumir ella misma su propia incompetencia. En el colmo de esto último, ha responsabilizado a la prensa de sus propios tropiezos y, de cuando en cuando, rehuye de toda entrevista o presentación por varias semanas, en una actitud poco democrática e irresponsable. No se esperaba mucho de ella, pero no pocos contaban con que su administración iba a ser notoriamente mejor que la del chotano.
Sin embargo, reconociendo que, a diferencia de Pedro Castillo, ella no ha significado un peligro democrático de golpe de Estado, debemos precisar que sus ministros, en cuanto a capacidad y comportamiento, no distan mucho de la calidad de gente que tuvo el falso profesor campesino. La cartera de Vivienda, por ejemplo, no ha demostrado ningún avance respecto a los proyectos de agua potable que se encuentran parados hace varios años, y el reclamo por vivienda social es persistente y desoído. En el norte, no ha sabido afrontar el reto de los desastres derivados de la naturaleza, y varias delegaciones, sobre todo de Piura, se hacen presentes en Lima con cartelones de rechazo ante la inacción de la administración de la ex cajera de Perú Libre. Hace poco cambió, por fin, el titular de la cartera, y esperemos que haga algo más que lo que hizo Hania Pérez de Cuéllar.
Igualmente pasa con Agricultura, donde no hay rumbo desde hace años, particularmente con la crisis de los fertilizantes. Similar estancamiento vive el tema energético, marcado por la incapacidad de tomar decisiones en PetroPerú –feudo, al parecer, de Cerrón–, pero también en Producción, donde los emprendedores y las MiPyMes no sienten en absoluto algún respaldo. Lógicamente, la cuota de César Acuña, el nefasto titular del MINSA, Vásquez, está llevando una gestión para el olvido y permanece en el puesto solo por ser su cuota en el gabinete.
Los ánimos desbocados del señor Morgan Quero, de Educación, son vergonzosos, y sus apariciones, en lugar de sumar a la presidenta, le restan. No sorprende que Boluarte esté en alrededor de 3% de apoyo ciudadano. Si a todo ello le sumamos la crisis de seguridad, la permanencia de la presidenta hasta julio de 2026 empieza a estar en duda.

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