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Goodbye, Teacher

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Fecha Publicación: 18/07/2020 - 20:20
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Yo llegué a Cañaveral cuando tenía diez años. A la entrada, la bienvenida era extraña: un enorme cementerio anunciaba que no eran pocos quienes estuvieron antes que nosotros. Allí aprendimos a identificar relacionando a las personas con sus hijos, cónyuges o padres. “Marcelo, el hijo de doña Toti”, nuestro profesor de matemáticas, “La Mary del Gordo”, la esposa del profesor Danty, “Larry, el hijo de don Máximo”, el único rubio del pueblo, “La hija del Chasqui”, Lorena, la adolescente más alta del distrito, “allí viene la nieta de Juan Otero”, todos sabíamos que Juan Otero tenía varias nietas, pero para los adolescentes de mi generación la nieta de Juan Otero era Jessica, la hermana de Carlui; “ahorita cruza el Toro con el Torito”, decíamos refiriéndonos a don Plaza y a su hijo Beto.

O Titi y Dany, los hijos de “Characato”, el instructor de OBE más estricto de todos los colegios, un Señor, acaso el amigo más silencioso de mi padre, nunca cruzaron palabras, pero se tenían un gran respeto; “los hijos de la Betty”, mi querido Marco Antonio, “el chino”, mi promoción, y sus hermanos Víctor, Junior, Darwin y Hugo, mis vecinos; “los Bolongos”, “el Siete de la Sara”, “Chicho, el nieto de Venancio” y, por supuesto, el profesor Teófilo Juárez, “el yerno de doña Vicenta”, “el esposo de la Angelita”, así, con el artículo. Sirva esta memoria para recordarlo a él, a nuestro maestro de inglés, al joven trujillano que tocaba guitarra y que llegó a Cañaveral como docente del Ciro Alegría para enseñar una materia ajena a nuestra rutina en medio de las montañas: “may I come in, please”, “it’s your fault” o el clásico “my love” que aprendimos a escribir en los tallos de los algarrobos, un curso que lo consolidó como uno de nuestros maestros más queridos.

“Tú serás escritor y político” me dijo cuando yo apenas tenía doce años. Yo no sé si seré político, pero créame, profesor Juárez, que no he dejado de escribir un solo día. Gracias por su confianza y su atención, gracias por invitarme a recitar en las verbenas. Que su retorno a la eternidad sea como aquel río que crecía durante el invierno, iluminándonos de vida. Thank you Professor.