Historia del terrorismo
La bancada de Fuerza Popular (K), el partido liderado por Keiko Fujimori, ha planteado un proyecto de ley para la inclusión del curso de historia del terrorismo en el currículo escolar. La iniciativa es urgente por la profunda desinformación de las nuevas generaciones. Esa ignorancia sobre los sangrientos crímenes y masiva destrucción de infraestructura perpetrados por Sendero Luminoso y el MRTA es un punto débil que puede ser aprovechado por los operadores políticos de esos sectores radicales en su afán de captar a jóvenes desorientados y carentes de norte.
La derrota del feroz pensamiento Gonzalo y del narco y empobrecedor castro-chavismo debe darse en los colegios. Necesitamos librar esa batalla ideológica ya, pues todos los centros de producción de pensamiento están copados por la antidemocracia, desde las academias y universidades hasta los medios de comunicación. Los jóvenes, en su desconocimiento, son presa fácil para quienes quieren instalar la mentira de las “bondades” del comunismo como un sistema de igualdad y fraternidad, pleno de libertades. Más de una generación ha sido engañada con las “conclusiones” de la muy prosenderista Comisión de la Verdad y Reconciliación, CVR que despreció la tarea de nuestras Fuerzas Armadas y Policía Nacional en la lucha por la defensa del Estado de Derecho. La CVR promovió la imagen de unos sensibles terroristas que buscaban el derrocar al “dictador” Alberto Fujimori, como si tres veces el país entero no hubiese votado mayoritariamente por el hombre que nos sacó de la miseria, la hiper inflación, pacificó al Perú y lo colocó en la senda del progreso que nos negó la corrupta y ladrona dictadura militar socialista.
Además del curso de historia del terrorismo planteado por el fujimorismo, el alcalde de Lima debería convertir en urinario público y centro de esparcimiento para los bañistas de la Costa Verde, ese mamotreto de concreto llamado Lugar de la Memoria, para ser más exactos de la memoria comunista. Y desmantelar el adefesio, dizque escultura, llamada el Ojo que llora, que ni llora ni es ojo y que en las piedras llevan escritos los nombres de centenares de asesinos terroristas junto a los de sus víctimas, en lo que resulta una dolorosa afrenta para los peruanos afectados directamente por la subversión.
Dicen en Alemania que “lo que Juanito no aprende, Juan nunca lo sabrá”. Así las cosas a “Juanito” se le debe enseñar la monstruosidad perpetrada por el terrorismo para que “Juan” no sea un feligrés de esa tribu cavernaria y quede huérfano de argumentos para combatir a quienes sostienen que debe destruirse el país para crear otro mejor, y evitar que la extrema izquierda lo convierta en enemigo de la modernidad, la democracia y la libertad. No se trata de adoctrinar a los jóvenes sino de brindarles las herramientas para que el terrorismo no los pueda captar.