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Historias del Congreso que pocos saben

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Fecha Publicación: 10/05/2024 - 22:40
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El jueves pasado realicé una transmisión en TikTok sobre asuntos políticos, y me vino a la memoria la forma que se trabajaba en las cámaras legislativas hasta antes de 1992. Recordé que el horario de trabajo se iniciaba a las 10 de la mañana y que el refrigerio era de 1 p.m. a 4 p.m.; mi compañera de diálogo en el “live” abrió los ojos sorprendida pero a reglón seguido le dije que el horario era así porque las sesiones plenarias empezaban a las 5 p.m. y que terminaban a las 3 de la madrugada. Con esa explicación ella le encontró racionalidad al horario de trabajo y a continuación le dije además que las sesiones eran los martes, miércoles y jueves.
Valeria, mi partner en el programa, tiene 28 años y como ella estoy convencido de que muchos jóvenes ignoran del funcionamiento histórico del Congreso, por eso que esa dualidad vejez y juventud es enriquecedora en el diálogo político porque sus preguntas me hacían narrar sobre cómo era el parlamento en 1980 cuando empecé en el Senado de la República.
Durante esos años el trabajo en el Congreso era intenso como lo es hoy, pero aun arrastraba ciertos vestigios que ahora se podrían considerar discriminatorios, como por ejemplo que existieran ascensores para empleados y senadores por separado o que los apellidos de algunos de los empleados de esa época fueran los mismos que el de los Senadores; hoy eso sería considerado nepotismo seguramente.
En ese instante recordé por ejemplo que en la biblioteca del Senado trabajaban dos encantadores señoras que eran las nietas de Francisco Bolognesi, y así otros que también eran familiares lejanos de varios héroes de la patria.
Lo que quiero rescatar con estas anécdotas es que el parlamento debe registrar su historia, como cuando existían los calígrafos que eran personas que escribían con tinta china las autógrafas de las leyes y de cómo los Edecanes de la presidencia las llevaban a palacio de gobierno. Hoy eso ya no existe, porque se hacen en la computadora y las leyes las llevan con un motociclista como si se tratara de un Rapid. En alguna oportunidad hice que el Congreso contratara a un ex senador más longevo que existía para que escriba lo que él vio desde los años 50, pero eso duró poco ya que a un presidente no le gustó la idea y no lo volvieron a contratar.

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