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Fecha Publicación: 19/12/2019 - 22:10
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En breves semanas, tendremos elecciones parlamentarias a fin de completar el periodo del Congreso elegido el año 2016 y cesado el pasado 30 de septiembre sin motivación constitucional válida pero, en fin, ya estamos en el caballo y a cabalgar se ha dicho.

Hemos analizado las más de 20 listas presentadas por los partidos políticos con inscripción formalmente válida, aunque no todos con legitimidad, pues hay hasta los llamados partidos franquicia, que prestan su inscripción para participar en el sufragio, y sin conocerse a cambio de qué. También hemos escuchado a varios postulantes y a otros los hemos visto en la televisión, y el resultado de todo ello francamente deplorable.

Hemos observado la presencia de pretendientes al Congreso, que no tienen la más remota idea de las funciones del Parlamento ni de las tareas que deberán realizar sus integrantes, gran parte de ellos calichines, que no han tenido ninguna actividad relacionada con el sector público, que no han sido regidores, alcaldes, funcionarios públicos de nivel superior y, por supuesto, menos consejeros regionales y, ni qué decir, tampoco viceministros o ministros de Estado.

Seguramente conservan en sus pupilas la imagen de parlamentarios que, en últimos congresos, poco favor le han hecho al sistema democrático y, entonces, saben que cualquiera puede aspirar al Parlamento, bastando la voluntad de serlo, algunas ayudas económicas de amigos generosos, y de lerdos electores que no saben escoger con propiedad y conocimiento, ni han auscultado a los candidatos de sus preferencias.

No basta tener el propósito de ser representantes del pueblo, tienen los aspirantes que ganarse con razones el favor de los electores, ya que no se llega al Palacio Legislativo ni por generación espontánea como tampoco por obra divina, como si fuesen nuevo maná que baja del cielo. La carrera política debe ser como una escalera, con diversas gradas o peldaños, y a través de ellos se va ascendiendo a posiciones más altas, ya que se va adquiriendo experiencia y conocimientos.

Escuchar el balbuceo de muchos candidatos cuando son entrevistados en medios es francamente de espanto, pues no saben ni siquiera dónde están parados. Cuando se les pregunta cuáles son sus propuestas, ya la cosa es de terror, y creo que esas oportunidades serían impagables por los caricaturistas, que ya no tendrían que romperse el cerebro para hacernos sonreír, basta que repitan lo que ven y escuchan.

A nuestros candidatos hay que decirles que el Poder Legislativo, en materia normativa, no es únicamente para aprobar leyes, sino también para derogarlas. El Perú es un país con exceso regulatorio y hay que derogar leyes que no sirven para nada o, peor aún, para hacerle la vida a cuadritos a los administrados, que cada día tenemos que atender los más absurdos requisitos, trámites interminables y, mucho peor, estar en manos de algunos ignorantes que parecerían gozar de la indignación de quienes debemos soportarlos.

Bueno pues candidatos, si es que no tienen idea de proponer leyes serias, por lo menos quítennos las irrelevantes, innecesarias y dañinas. El país se los agradecerá.