Imbecilidad global

El correctismo político con su lenguaje inclusivo terminará destruyendo la cultura occidental. Para empezar ya está dinamitando los idiomas, y el castellano es una de sus víctimas. Hay una presión permanente para forzar la transformación social y política mediante cambios culturales y lingüísticos. Día a día caen en desuso palabras porque la progresía global las considera ofensivas, discriminatorias, excluyentes, y un largo etcétera. Según el ex director de la Real Academia Española, Darío Villanueva “la corrección política (es) la nueva forma de censura. Una censura perversa, para la que no estábamos preparados, pues no la ejerce el Estado, el Gobierno, el Partido o la Iglesia, sino estamentos difusos de lo que denominamos Sociedad Civil”. Villanueva menciona ‘La cultura de la queja’, libro publicado en 1993 por el escritor australiano Robert Hughes. Una obra que saca a luz “el creciente culto al niño interior maltratado” y que lleva a que “los únicos héroes posibles sean las víctimas”. Y claro esas víctimas heroicas son las minorías, solo por el hecho de serlo.

El viernes, el semanario ‘Hildebrandt en sus Trece’ publicó el caso de la asesora ‘trans’ de la congresista Morada, Susel Paredes. Se trata de ‘Tiffany’ Gómez González, un varón que se identifica como mujer, detenido el 30 de enero pasado, en Condevilla, al norte de Lima. Tres adolescentes le acusan de abusar sexualmente de ellos, y al parecer las víctimas son muchas más. En el semanario se lee que la ‘Fiscalía Especializada en violencia contra la mujer e integrantes del grupo familiar’, informó que ‘Tiffany’ cumple “con el perfil de una depredadora sexual”. Este violador/a también asesoró a Susel Paredes en la Municipalidad de La Victoria. Al día siguiente del apresamiento, la congresista del partido Morado manifestó su “inmensa indignación” de que alguien de su equipo congresal haya “sido denunciada por delito contra la libertad sexual de menores de edad”, y pidió a las autoridades que “se haga justicia lo más pronto posible”. Ojalá.

Este violador cargó la antorcha de los Panamericanos en 2019 por la ciudad de Trujillo. ¿Su mérito? Sentirse mujer.

No todos los ‘trans’ son depredadores sexuales, los hay trabajadores, exitosos, académicos y con una vida disciplinada. El problema es que el correctismo político pretende hacer de las preferencias e identidades sexuales un mérito excepcional, y eso nos pone en riesgo a todos, LGTB’s incluidos.

El inglés ‘Karen’ White fue detenido preventivamente por tres violaciones perpetradas cuando su nombre era Stephen Wood. En la cárcel empezó a definirse transgénero y pese a que no se le extirparon los genitales masculinos ni recibió tratamiento hormonal, las autoridades lo trasladaron a una cárcel de mujeres, porque en el Reino Unido los presos deben ser recluidos en instalaciones carcelarias para el ‘género’ con el que se identifican. ¿Qué hizo allí? Pues violar a cuatro de sus compañeras.

El futuro lo construye la imbecilidad global y la estamos dejando avanzar demasiado.

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