Impuestos y derecho al voto
En nuestro país sólo deberían votar quienes tributan directamente, son accionistas de empresas, trabajadores formales, inversionistas, jubilados que aportaron a lo largo de sus años productivos, o en capacidad de demostrar que han establecido un pequeño negocio y creado trabajo temporal honesto y deportistas triunfadores. También quienes -empadronados- hayan entregado su fuerza y tiempo, al menos por tres años, a los programas sociales o tengan un reconocido voluntariado en escuelas, parroquias y templos de cualquier denominación. Inclusive menores de edad que cursan los últimos tres años de secundaria que destacan por sus logros empresariales de servicio a terceros, como el joven arequipeño José Adolfo Quisocala, quien inició un emprendimiento bancario para niños a los siete años y hoy a los 17 es reconocido internacionalmente.
Ver: https://www.udep.edu.pe/hoy/2022/08/jose-quisocala-el-banquero-mas-joven-del-mundo-participo-en-el-congreso-crecen/
Filtrar al “electarado”, como le llama el gran Aldo Mariátegui, llevará a que la gente se esfuerce por cumplir con los requisitos para votar y la democracia mejorará. ¿Alguna vez escucharon decir que Suiza era un país antidemocrático? ¡No! Pese a que más de la mitad de su población (las mujeres), recién accedió al voto el 7 febrero de 1971.
Ayer lancé un tweet sobre quiénes deberían votar y aparecieron un par de “muchachitos tontos”, de esos que en su “perra vida” (como diría Kuczynski), arriesgaron ni un sol. Lógicamente eran caviares, rojimios y anti apro-fuji-porkystas y me dijeron: clasista, heredera y hasta racista. Esto último proviene de quienes desconocen al Perú y a los peruanos. Nuestro país es de emprendedores. Aquí cholos, serranos, afrodescendientes y selváticos han creado empresas, algunas muy poderosas; universidades, mineras, pesqueras, entre otras, y han generado cientos de miles de puestos de empleos o trabajo temporal. Empresarios salidos de la pobreza que hoy, como cualquier empresario, mantiene a un Estado ineficiente, que lo perjudica en todo.
Literalmente, el Estado roba anualmente el 52% de las ganancias de las empresas, bajo el eufemismo de “impuestos” (30% de IR, 18% de IGV, 4% retenido al accionista por sus utilidades). A los trabajadores formales les mochan porcentajes variables; al inversionista que compró un inmueble que se revalorizó le sacan 7% de la plusvalía al venderlo; y si una abuelita tiene una propiedad y se la presta a su nieta le cobran una “renta ficta”, o sea un impuesto sobre una renta inexistente porque el Estado ratero no cree que la viejita no le saque plata a la nieta.
Este Estado vive básicamente del 18% de ingenuos que tributamos. No mucho mayor debería ser el número de votantes. Solo entonces, estoy segura, veremos cómo el Estado se ordena, se achica, se preocupa por distribuir adecuadamente el presupuesto y de elevar la calidad de vida y educativa de los más pobres, para poder ampliar la base electoral. Pero claro, los comunistas gritarán de todo, y seguirán votando narcos, terrucos, tratantes de personas y gente desinformada a la que pueden engatusar.
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