Inversión contra la corrupción
Casi todos -o todos- hemos sido víctimas de la delincuencia; pero, cuando denunciamos el hecho ante la autoridad competente, nuestra denuncia dormirá un largo sueño, a menos que accedamos al ofrecimiento de malos servidores públicos que nos aseguran “agilizar” el trámite de nuestro asunto si pagamos un soborno; esto, que parece broma, es una triste realidad, la víctima de un crimen recibe una extorsión de las personas que se supone deben ayudarla. Esta es tan solo una de las muchísimas maneras de cómo la corrupción afecta a los millones de personas de nuestro país; tenemos la sensación de que la corrupción está enquistada en todos y cada uno de los componentes de la sociedad, llegan a nosotros los informes de políticos malversando el dinero público, efectivos policiales pidiendo hasta víveres como coima o integrando bandas criminales, por citar dos ejemplos. Ese hundimiento en el mar de la corrupción nos lleva a pensar y sentir que nunca lograremos el tan ansiado desarrollo; ¿es la corrupción el principal factor que obstaculiza nuestro desarrollo? Analicemos el tema no solo como individuos, sino como nación.
Se cree que, en una sociedad pobre y corrupta, la mejor (o única) opción es contar con buenas leyes y que estas se cumplan; una ligereza el creer que solo con ello vamos a obtener desarrollo o innovación, los gobiernos invierten miles de millones en reformas institucionales y en programas anticorrupción; sin embargo, vemos cómo estas medidas no logran el objetivo, la corrupción no cede. Ensayemos una ecuación: las sociedades no se desarrollan porque han combatido la corrupción, sino porque son capaces de reducir la corrupción porque se han desarrollado; ¿cómo se desarrolla una sociedad? Por medio de las inversiones y de la innovación. Surgirá la idea de la imposibilidad de la inversión en una sociedad inmersa en la corrupción, suena como algo terrible, un lugar donde los políticos son corruptos y los consumidores son pobres; intentando demostrar que esto sí es posible, debemos analizar la relación que existe entre innovación y corrupción, quizá las cosas sean diferentes.
Los corruptos -y corruptores- saben perfectamente que no deben hacer tal cosa, son conscientes de la infracción a la ley, aun así, lo hacen; nos preguntamos: ¿por qué? Me atrevo a sostener que por escasez; cuando una persona se beneficia de algo que es escaso, la corrupción se vuelve atractiva. Todos los países pobres se quejan de los políticos corruptos que lapidan sus recursos estatales, pero en estos países las oportunidades económicas son escasas, surgiendo la corrupción como una forma atractiva de lograr riqueza; si a esto le sumamos los míseros sueldos de los servidores públicos y la vida apretada que estos llevan, estas personas ven a la corrupción como una forma de ganarse la vida; en un país donde lo básico es escaso o costoso: alimentación, educación, salud, empleo, etc.
No debemos ignorar a la corrupción, en lo absoluto, pero no basta con ello, debemos invertir en innovación, de tal manera que los productos y servicios sean mucho más asequibles, eliminando la escasez y creando una fuente de ingresos para que el gobierno reinvierta en la economía y fortalezca las instituciones. ¡Seamos optimistas en el futuro!