Israel e Irán en guerra abierta
La confrontación y tensiones históricas entre Israel e Irán pasó del conflicto latente a la guerra declarada. El jueves, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ejecutaron la operación León Ascendente, una ofensiva preventiva de precisión quirúrgica contra instalaciones nucleares y mandos militares de alto rango en Irán. La acción, diseñada para frenar el programa atómico iraní, se enmarca dentro de la política israelí de impedir que Teherán se convierta en una potencia nuclear que amenace la supervivencia del asediado Israel. La respuesta del régimen iraní fue una masiva ofensiva con cerca de 200 misiles balísticos contra Tel Aviv y Jerusalén, en cuatro oleadas durante una hora. La Cúpula de Hierro, el sistema defensivo israelí, interceptó la mayoría, aunque algunos impactaron infraestructuras estratégicas, incluido el Ministerio de Defensa. Irán calificó el ataque israelí como una “declaración de guerra” y prometió represalias “a gran escala”.
Uno de los aspectos más sensibles de la operación León Ascendente fue la eliminación de figuras clave del alto mando militar iraní. Fuentes cercanas a la inteligencia israelí señalan que fueron abatidos el comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria Islámica, general Hosein Salami, y el jefe del Estado Mayor, Mohamad Beri. A saber, varios otros altos oficiales también fueron neutralizados, debilitando significativamente la estructura de mando del aparato militar. Las mezquitas de Irán izaron banderas rojas. Este símbolo ancestral representa la sangre no vengada y es una señal clara de que el régimen prepara una perversa escalada. Para el liderazgo religioso iraní, el conflicto con Israel es geopolítico, ideológico y religioso.
Irán, sin embargo, enfrenta limitaciones y debilidades internas. El régimen de los ayatolás atraviesa una de sus etapas más frágiles desde la revolución islámica de 1979. Las sanciones económicas, el deterioro del nivel de vida, la represión sistemática y las constantes protestas han generado una oposición creciente, especialmente entre las mujeres y los jóvenes. Este contexto de debilitamiento estructural podría haber influido en el cálculo israelí para lanzar la ofensiva justamente en este momento.
La raíz inmediata del conflicto se encuentra en el ataque perpetrado por Hamás el 7 de octubre de 2023, cuando estos terroristas, financiados, entrenados y armados por Irán, perpetraron una carnicería con jóvenes israelíes en una fiesta cercana a la Franja de Gaza y luego siguieron la sangría en un asentamiento rural o kibutz. Desde entonces, Israel intensificó su política de contención activa contra cualquier actor respaldado por Teherán.
La comunidad internacional observa alarmada. Israel tiene armas nucleares e Irán armas sónicas contra las cuales Israel no tiene defensa. Además, si actores como Hezbollah o milicias antiisraelíes de Irak, Siria o Yemen se suman al conflicto, la región podría deslizarse hacia una guerra de múltiples frentes, con consecuencias impredecibles. Medio Oriente ha cruzado un umbral peligroso. La pregunta ya no es si habrá guerra, sino qué forma tomará, quiénes más intervendrán y quién quedará en pie cuando el polvo se asiente. Y en todo esto, la diplomacia ya parece tener poco espacio para un golpe de timón a favor de la paz.
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