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¿Jóvenes confundidos o adoctrinados?

Fecha Publicación: 15/02/2023 - 22:30
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He conversado con jóvenes que, activa y decididamente, apoyan las protestas; como también conversé con los que lo hacen desde la lejana comodidad de su fanfarrona retórica. En ambos casos concluyo que serían diversas sus razones y motivaciones. Sin embargo, pocos se expresaron coherentes, y muy pocos fueron capaces de responder una repregunta que buscaba respuestas a lo subyacente, lo profundo del porqué de su postura justificante de protestas violentistas cargadas de lemas y arengas, sino pro terrorismo, sí antisistema, chauvinistas y reaccionarias.

Gran parte de ellos tiene fenotipo andino o mestizo-andino, que viven en distritos ubicados en las zonas periurbanas de Lima Metropolitana; jóvenes que aún viven en casa de sus padres; y que estudian en universidades públicas, así como privadas, pero consideradas tomadas por los caviares o rojos agazapados.

Cuando se les pregunta a quién apoyan, tras un silencio meditabundo confundido, segundo en los que sus rostros denotan un esfuerzo prospectivo, tímidamente responden que respaldan a Pedro Castillo. ¿Estás seguro?, les repregunto, a lo que, engolando la voz, responden que sí. Entonces, arremeto con la repregunta ¿por qué?, a lo que le prosiguen silencios, titubeos y gestualidades incómodas, siendo que, casi en su totalidad, no saben o no pueden decir el porqué.

¿Consideras a Castillo un líder; lo consideras tu líder? ¿Qué o cuál de sus propuestas te hace seguirlo? Lo cierto es que ninguno pudo decirme que sí lo considera su líder, más bien esbozaban una sonrisa avergonzada; únicamente y recurrentemente envalentonados sostenían que la propuesta de una Nueva Constitución es imperativa lograr. Seguidamente interrogo, fijando la mirada en ojos que van migrando de confusión a incomodidad y a molestia, ¿qué parte o qué artículos de la Constitución la instituyen como un texto aberrante generadora de diferencias, pobreza, subdesarrollo y ventajas para unos cuantos? Ninguno fue capaz de ensayar siquiera una o parte de algún artículo o concepto expresado en la Constitución con el cual estuviesen en contra o desacuerdo. ¿Leíste la Constitución?... Ya muy incómodos, casi exaltados, responden: ¡No, no la leí, pero debemos lograr una nueva!

Quijotes, tengo la certeza de que los jóvenes de las periferias, los jóvenes menos favorecidos económicamente, lo que sienten es una profunda insatisfacción por todo aquello que en su imaginario han construido y ligado a la política tradicional. En lo académico, poco o nada saben de ciencia política o de política cotidiana. Ninguno pudo definir qué es República, nación, democracia, sistema de partidos, sistema electoral, separación de poderes, democracia representativa o qué es y para qué sirve una Constitución. Pero lo que sí saben es que todo está mal y que viven en pobreza urbana y económica desde que nacieron, lo cual no ha variado un ápice.

Hermanos peruanos, los jóvenes saben que lo que existe ahora no funciona, no saben con claridad quiénes son los culpables, aunque los tienen a la vista en sus regiones y alcaldías. Eso es así ya que desde las aulas escolares y universitarias han sido forjados bajo el discurso del odio; les han instalado e internalizado la idea de que el rico es malo y el pobre el bueno; que el urbano es perverso y el poblador rural es bondadoso.

Entonces, llego a la conclusión de que, valiéndose del ímpetu propio de los jóvenes, aprovechándose de las insatisfacciones producto de sus geografías periurbanas, el magisterio filoterrorista, desde las aulas, han instalado el odio de clases y adoctrinado a nuestros jóvenes, confundiéndolos.

Las protestas sólo son una arista del problema mayor. Que los jóvenes protesten sin saber realmente por qué es consecuencia de no haberlos formado ciudadanos, de no instruirlos para saber cómo funciona el Estado, de cuáles son los beneficios de trabajar, de no vivir de las subvenciones o políticas populistas, de no creer que el Estado te lo tiene que dar todo, de pagar impuestos, de tener buenos y fuertes partidos políticos.

Quijotes, ahora, aprovechando la virtualidad, a través de las redes sociales, los medios de comunicación masivos y, con una adecuada malla curricular, desde los centros escolares y universitarios, estamos en la posibilidad de corregir lo que se hizo mal, lo que se dejó a la izquierda salvaje violentista construyera mal.

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