Juicio y sentencia histórica
Las declaraciones delatoras de Jorge Barata han permitido confirmar los esquemas de corrupción de cada uno de los últimos gobiernos y los estilos mafiosos de quienes tomaron literalmente por asalto la Jefatura del Estado peruano, cincelado para cobijar madrigueras de ladrones de cuello y corbata.
Asimismo, la delación súper premiada del ex cabecilla de Odebrecht ratificó la estrategia mafiosa de “aceitar” a los principales candidatos a la Presidencia de la República repartiendo “doleiros” para el financiamiento de campañas, una suerte de “adelanto” de favores que iba a ser retribuido con buenos intereses una vez instalados tanto en el Poder Ejecutivo, Congreso de la República, gobiernos regionales y en el municipio de la capital peruana.
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Además, el “vómito negro” de Barata también abonó a ir visibilizando en 4D la trama del Club de la Construcción, una especie de Copa Perú de la corrupción, donde las empresas constructoras nacionales con padrinazgo internacional jugaban en pared con funcionarios públicos corruptos con el objetivo de repartirse obras de infraestructura y con ellas saquear sin mayor aspaviento las arcas estatales. Y, por último, para cerrar la descripción de su círculo mafioso, Barata terminó admitiendo que compró hasta el árbitro para asegurar laudos a su favor y cobrar jugosas adendas; así como la escandalosa “rotura de mano” al presidente de un organismo regulador para “acelerar” la supervisión “favorable” de las obras engrasadas por su mafia.
¿Qué hacer con todo este culebrón? Primer paso: que la jueza ad hoc apruebe el convenio de colaboración eficaz presentado por la fiscalía, con la finalidad de dar la legalidad a todas las delaciones, pruebas y testimonios que permitan llevar a juicio y sentenciar a los integrantes de estas bandas organizadas que se instalaron en Palacio de Gobierno, Congreso de la República, gobiernos locales y en los gobiernos locales.
Segundo paso: fortalecer el trabajo de fiscales y jueces que han permitido ir ganando este partido contra la megacorrupción, no solo con el desembolso de mayor presupuesto sino dando las garantías y cerrando filas para atenuar el contragolpe de estas mafias, cuyo poder aún queda en evidencia con posturas delirantes y tragicómicas dignas de los Corleone.
Y, tercer paso, dando luz verde al funcionamiento de la Junta Nacional de Justicia cuya principal misión es fumigar el sistema judicial y nombrar fiscales y jueces debidamente vacunados contra el virus de la corrupción; continuar con la reforma judicial y, crucemos los dedos, que el Congreso apruebe la reforma política que permita refundar una nueva casta de partidos en el Perú. Pero todo esto no tiene ningún valor si usted, amable lector, sigue dando su voto inspirado en la cultura “anti” o cegado por el verbo del populismo más ramplón.
AL FINAL DEL TÚNEL
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