Juventud, divino tesoro
En la actualidad, casi un tercio de nuestra población tiene menos de 25 años; la satisfacción de sus necesidades se constituye en un desafío mayúsculo; o, podríamos considerarlo como una oportunidad, entendiendo que nuestro futuro depende de ellos.
Cada día, los jóvenes nos sorprenden con cosas extraordinarias, tratando de cambiar el statu quo; dentro de poco tiempo seremos testigos de grandes avances e invenciones, quizá innovaciones en la medicina, en el transporte, novedosas formas de comunicación, economía sostenible y hasta la paz; no es sueño, todo ello es factible.
Alrededor del 30% de nuestra población se encuentra ad portas de la adultez y es muy probable que no estén preparados; debemos aprender a dialogar con ellos, con escucha activa; son portadores de sueños y esperanzas, así como miedos y temores naturales. El futuro no viene nada fácil, van a enfrentarse a graves crisis: demográfica, educativa, laboral, de violencia y de género, las mismas que requieren atención inmediata.
En el ámbito de la educación, existe un porcentaje de niños y adolescentes que no reciben educación básica, una proporción de los que reciben educación no alcanzan los niveles mínimos de competencias; la educación constituye el principal factor de desarrollo de una nación, lamentablemente no todos la reciben o quienes lo hacen no logran adquirir habilidades para ganarse la vida; en otros casos, los padres no cuentan con los recursos necesarios para pagar escuelas privadas.
Otra preocupación es el empleo; a diario se incrementa el número de jóvenes en edad de trabajar; algunos continuarán sus estudios, pero un gran porcentaje solo se dedicará al trabajo; el incremento de puestos de trabajo no avanza al mismo ritmo del incremento de nuevos trabajadores, la competencia cada vez es mayor y es más difícil encontrar un empleo.
En el tiempo actual, se requieren más y mejores habilidades, el mundo ha cambiado radicalmente; los jóvenes ya no quieren permanecer en el medio rural, se interesan por habilidades futuras para trabajos futuros: tecnología sostenible, emprendimiento y nuevas formas de negocios, profesionales altamente calificados; otros jóvenes muestran interés por oficios como la construcción y la electricidad, por ejemplo; es oportuno mencionar que muchas de las profesiones que se necesitan aún no se han inventado.
La violencia está presente y es otra preocupación de los jóvenes; la encuentran en el hogar, en la escuela, en línea y en sus comunidades; en redes sociales se puede tener infinidad de “amigos”, pero cuando realmente se necesita una mano amiga con quien compartir tristezas o alegrías, no la encuentran; los jóvenes son víctimas de abuso, acoso, intimidación y explotación; a diario mueren niños o adolescente a causa de actos de violencia. Las chicas tienen mayor preocupación, son blanco de discriminación y prejuicios, hay gran cantidad de mujeres que son madres antes de cumplir la mayoría de edad; una de cada tres mujeres enfrentará algún tipo de abuso físico o sexual en su vida.
Es probable que lo detallado líneas arriba no forme parte de la realidad de muchas personas, quienes sí tuvieron la oportunidad de una buena educación y capacitación para conseguir un buen puesto de trabajo; quizá nunca hayan enfrentado a la violencia, el prejuicio o la discriminación; sin embargo, un gran número de jóvenes no tienen esa suerte y están verdaderamente preocupados por su futuro.
Es necesario la implementación de ideas y programas que atiendan a este sector de la población; todas las escuelas de nuestro país deben estar conectadas a internet, la educación debe llegar a todos los rincones y personas, cultivando las habilidades que se necesitarán para competir en el mercado laboral, ya sea local, nacional o global.
Pensemos en el futuro, una generación masiva de jóvenes heredará nuestro Perú, es nuestra obligación dejarles un legado de esperanza y de oportunidades; ellos son casi un tercio de nuestra población, pero son la totalidad de nuestro futuro; la juventud pide una oportunidad para construir un mejor país, ese llamado debe ser nuestro llamado. El momento es ahora, nuestros jóvenes están esperando.
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