La educación, clave para la autonomía económica de las mujeres
A la luz del principio de universalidad de los derechos humanos, en el entendido de que éstos deben ser accesibles a todos, se torna como imperativo categórico la obligación de los Estados de garantizar la efectividad plena de la igualdad de oportunidades para las personas, especialmente en lo concerniente a los derechos de las mujeres, quienes, a lo largo de la historia de la humanidad, fueron y siguen siendo víctimas de discriminación, pese a lo consagrado en la normativa vigente sobre los derechos de la mujer, marcando una brecha entre la realidad jurídica y la realidad fáctica.
Es necesario resaltar las conquistas logradas por las mujeres desde la segunda mitad del siglo XX y en lo que va del presente. Todo lo alcanzado no es una concesión gratuita de los gobiernos, es fruto de la lucha consecuente de ellas, de una rebeldía sin pausa que logró doblegar estructuras que sometían a la mujer a la condición de subciudadana, sin decisión propia en todos los ámbitos, especialmente en el político, social, económico, cultural y educativo.
Frente a estos antecedentes, resulta oportuno hablar de la necesidad del empoderamiento femenino en el Perú, tomando como bandera la educación como clave para la autonomía económica, toda vez que el rol de las mujeres en la economía peruana alcanzó ribetes de gran envergadura, especialmente en los trabajos por cuenta propia, el comercio, incluso el ejercicio de determinadas profesiones.
También conviene resaltar que, gracias al liderazgo ejercido por ellas, se ha contribuido a la transformación de la sociedad en estas últimas décadas, al extremo de que el futuro económico de muchas mujeres expone mejores perspectivas que el de los hombres, porque las primeras hacen prevalecer su talento, disciplina, responsabilidad y sensibilidad humana, no obstante la continuidad de mecanismos de discriminación contra la mujer por su condición de tal.
En el contexto de la nueva realidad descrita, es importante cerrar la brecha aún existente entre ambos sexos en cuanto al resguardo económico, que permita consolidar la autonomía económica de las mujeres en el Perú. Estos cambios encuentran razón de su vigencia en la innovación y el emprendimiento de mujeres que, trabajando por cuenta propia o incluso por cuenta ajena, supieron emprender e innovar, liderando un cambio en el espectro económico peruano.
Es importante comprender el poder de la educación como instrumento que impulsa la autonomía económica de las mujeres, además de la necesidad de identificar las estrategias a adoptar para este cometido.
La autonomía económica de las mujeres constituye un pilar fundamental para el desarrollo sostenible y la igualdad de género, y la educación es un factor clave para empoderar a las mujeres y promover su autonomía económica, tomando en cuenta que el acceso a la educación ha mejorado significativamente en las últimas décadas. Sin embargo, persisten desafíos en términos de calidad y equidad.
Paulatinamente se está asimilando que la educación no solo proporciona conocimientos y habilidades, sino que abre puertas a mejores oportunidades laborales y a la participación en la toma de decisiones económicas.
Según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, los programas deben estar diseñados para responder a las necesidades específicas de las mujeres en diferentes contextos, incluyendo aquellas en zonas rurales y urbanas.
No obstante, es justo reconocer que el Perú ha mostrado un crecimiento económico sostenido y se ha posicionado como un líder en la región. Este contexto ofrece una oportunidad única para impulsar la autonomía económica de las mujeres. La diversificación productiva y la integración en mercados internacionales son áreas donde las mujeres pueden desempeñar un papel crucial.
Al respecto, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) destaca la importancia del acceso a recursos financieros y tecnológicos, así como la eliminación de barreras estructurales, que resultan esenciales para que las mujeres puedan aprovechar estas oportunidades.
Considero necesario que, en América Latina y especialmente en el Perú, se debe fortalecer la educación, implementando programas de formación técnica y profesional que respondan a las demandas del mercado laboral y que sean accesibles para mujeres de todas las edades y contextos.
También es importante promover políticas públicas de igualdad de género en el ámbito laboral, incluyendo medidas para cerrar la brecha salarial y mejorar las condiciones de trabajo.
Se torna imprescindible facilitar el acceso a recursos financieros, creando mecanismos que faciliten el acceso de las mujeres a créditos y financiamiento para emprendimientos, especialmente en sectores innovadores y de alta tecnología.
En correlación a todo ello, se advierte la necesidad de fomentar la creación de redes de apoyo y mentoría, estableciendo programas que conecten a mujeres emprendedoras con líderes empresariales y expertos en diversas industrias.
La autonomía económica de las mujeres en el Perú es un objetivo alcanzable que requiere un enfoque integral, donde la educación juega un papel central.
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