La Fiscalía se hunde
La crisis en la Fiscalía es de larga data. Desde que el ‘Lagarto’ Vizcarra metió sus garras en la institución, destituyendo al entonces fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, y el fiscal supremo Pablo Sánchez entregara este importante organismo al IDL, va en declive. Mucho atropello y persecución ha corrido bajo el puente. La turbidez en el caso Lava Jato y la complicidad con Odebrecht es su sello distintivo.
Con la actual titular del Ministerio Público, Delia Espinoza, la crisis ha escalado a su pico más alto. Espinoza se comporta de manera matonesca, cuando debería ser todo lo contrario. Desacata la ley cuando quiere y le conviene. Se atrinchera en la Fiscalía y hace caso omiso a lo que dispone la Junta Nacional de Justicia (JNJ), organismo autónomo que nombra y destituye a jueces y fiscales. Si el Poder Judicial dictamina la reincorporación de un fiscal supremo proscrito por Espinoza, se niega sin más.
En la Fiscalía se pierden 2,000 expedientes y Espinoza, tranquilaza. Su plan político apunta a perseguir a la presidenta con el afán de sacarla del poder. Le dio carta blanca a la fiscal Barreto para que arremetiera con ‘el torito’ y se tumbara la puerta de la vivienda de la mandataria. Su obsesión por Boluarte le ha valido un ‘estate quieto’ del Tribunal Constitucional, sentenciando que no puede hostigar a la presidenta.
Espinoza pelea con quien quiere y con quien puede. Publica proclamas cual emperatriz y no tiene freno. Si alguien la critica, le encaja una investigación fiscal en el acto. No investiga el crecimiento patrimonial de fiscales como Barreto, Vela y Pérez. Son de su collera, están protegidos. La Fiscalía y el país viven al vaivén de sus caprichos y de la politización en la que ha subsumido al Ministerio Público.
Dicen que cuando estuvo en el JNE aprendió las mañas y maneras leguleyas del extitular Jorge Salas Arenas. La actual asesora de Espinoza viene del JNE. Ilustres ciudadanos la han denunciado constitucionalmente. Pero Espinoza sigue en su puesto, cual ‘guachimán Pacheco, no le arriman ni un keko’. Como dice la copla: “del porqué de este porqué, la gente quiere enterarse” y no hay respuesta.
Sus pares en la junta de fiscales supremos se han distanciado de Espinoza. Tuvo que reponer a la fiscal suprema Patricia Benavides (dicen que aún no le asignan oficina), quien la ha acusado constitucionalmente. Otro supremo reincorporado, Tomás Gálvez, denunció un reglaje en su contra de parte de Espinoza, también la denunció ante el Congreso.
¿Cuál es la ‘vara’ de Espinoza?, ¿por qué continúa en el poder pese a tanta arbitrariedad? Tiene el respaldo, aunque algo disminuido, de sus colegas, ciertamente del IDL y de los fiscales mal llamados anticorrupción, pero nos preguntamos si eso basta.
Mientras la Fiscalía siga teniendo ese poder desbocado y actúe con enorme dosis de politización, tendrá en jaque al país. El Congreso puede destituirla, pero anda en otra y es difícil obtener consensos. Ni siquiera lo ha propuesto, pese a la conducta de Espinoza. La JNJ puede iniciarle un proceso disciplinario merecido, pero su presidente afronta una investigación que podría terminar en destitución. Se voltean los ojos a la reforma judicial anunciada por el flamante ministro de Justicia, aunque todo parece verde, a pesar de estar podrido.
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