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La importancia de vivir en democracia

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Fecha Publicación: 04/01/2024 - 21:50
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En momentos que nos aprestamos a vivir y asumir los nuevos desafíos que nos impone el año2024, es importante reflexionar sobre la necesidad imperiosa de entender a la democracia, como el sistema más civilizado de convivencia colectiva, en el marco del respeto a los derechos fundamentales de las personas.

Sin embargo, en la realidad fáctica se advierte el deterioro democrático en la democracia latinoamericana, la misma que enfrenta una creciente deriva antidemocrática, sin distinciones ideológicas.

El promedio regional de democracias en América Latina se encuentra en su nivel más bajo desde 1989, según el reporte 2023 Resistencia frente a la autocratización, de Varieties of Democracy. Los hallazgos del estudio muestran que, a pesar de los avances en el pasado, la tendencia se inclina hacia un mayor deterioro democrático.

El más reciente reporte de IDEA, El Estado Global de la Democracia 2023, señala que la democracia goza apenas de un 48% de apoyo en la región. Esto explicaría el ascenso de figuras autoritarias, y el desarrollo de un sistema político polarizado.

El informe Latinobarómetro 2023 llega a las mismas conclusiones sobre la profundización de liderazgos populistas y la fragmentación de los sistemas políticos. Hace énfasis en la erosión de los valores y prácticas democráticas, y la corrupción en las élites políticas. En el fondo, lo que nos dicen los estudios que miden a la democracia, es que en Latinoamérica hay un profundo desencanto por la incapacidad de las élites políticas para materializar las promesas de la democracia.

Es importante hacer notar que en América Latina, solo Colombia, Costa Rica y Venezuela tenían elecciones libres a mediados de los años setenta. La consolidación democrática se extendió por la región debido al agotamiento del modelo autoritario militar y su ineficiencia para responder a las crecientes demandas sociales. Sin embargo, la democracia no se desarrolló de manera uniforme en todo el hemisferio. En algunos casos fue un proceso gradual, amenazado además por sus propias debilidades estructurales. Cabe puntualizar que a mediados de la década de los noventa se registraron retrocesos en los procesos de democratización en la región, que frenaron el avance de los cambios institucionales a los que se aspiraba.

La corrupción del Poder Judicial aparece con frecuencia en el análisis sobre el deterioro democrático de la región, tanto en casos de autoritarismos (Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Cuba), como en democracias parcialmente libres (Guatemala, El Salvador). Por otra parte, el intervencionismo de países antidemocráticos no ha disminuido.
Los regímenes democráticos en Latinoamérica se encuentran experimentando una desaceleración desde 2005. Luego de la tercera ola de democratización, hacia finales de la década del setenta, con las transiciones en Ecuador, Perú y Argentina, la región comenzó un período de declive con la autocratización de las democracias débiles en Venezuela, Honduras y Nicaragua.

El debate sobre la erosión democrática se ha profundizado, debido a que, por una parte, la discusión apunta hacia la reversión de la ola democratizadora (desdemocratización). Mientras que, por otro lado, se entiende como un estancamiento en los procesos de democratización. Se trata entonces de examinar el declive democrático en el contexto de unas democracias con variados niveles de estabilidad y trayectoria, que ahora se encuentran sumidas en procesos de regresión democrática.

Es menester reflexionar en sentido de que democracia no solo implica elegir autoridades a través de las urnas, existen otros factores que deliberadamente son ignorados por conveniencia política, como el respeto a la libertad de prensa, libertad de expresión, respeto a los derechos humanos, independencia de poderes, transparencia en el manejo de la cosa pública, alternabilidad en el gobierno. Estos pilares fundamentales de todo sistema democrático, son vulnerados permanentemente por los gobiernos, lo que contribuye al deterioro de la democracia.
Sin embargo, queda para este 2024 el desafío y la oportunidad para allanar esta asignatura pendiente, tanto en el Perú como en el resto de Latinoamérica.

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