La irresistible tentación de la vacancia
La presidenta Dina Boluarte pestañea y surge el grito de vacancia. La firma del Tratado de Altamar en Niza elevó el reclamo de vacancia a su máxima potencia, sin constatar que la rúbrica del Perú no afectaba en nada nuestra posición de las 200 millas territoriales. Además, el Congreso —que autorizó el periplo de la mandataria— tiene que ratificarlo. La sangre no llegó al río, pero hasta se habló de traición a la patria.
Nuestra Constitución señala causales para vacar al presidente. Ninguna se aplica a Boluarte, salvo una que es un cajón de sastre: la incapacidad moral permanente. Este cargo da para todos los hígados, pero es prácticamente imposible probarlo.
Recientemente, Juan Burgos, de la desprestigiada bancada Podemos y presidente de la Comisión de Fiscalización, exclamó eureka, creyendo haber encontrado la fórmula mágica para la ansiada vacancia. Su informe, un mamarracho jurídicamente hablando, será derivado directamente a la Fiscalía para que la contumaz acusadora de Boluarte, Delia Espinoza, titular del Ministerio Público, abra una investigación más y lance otra acusación constitucional.
Espinoza sigue la directiva de un sector político progresista enquistado en la Fiscalía y en el Poder Judicial. Está abocada, desesperadamente, a impedir la restitución de los fiscales supremos Tomás Gálvez y Patricia Benavides. Perdería poder y se le cae el kiosco. La Fiscalía es un desmadre: suelta a delincuentes capturados por la Policía porque anda en guerra con esta. Espinoza es una operadora política junto con un grupo de la Corte Suprema. Desde ahí se luchó desesperadamente por extender a los 75 años la permanencia de los jueces. El lobby que hicieron varios vocales supremos para obtener esta prebenda fue intenso e ilegal. Pusieron al Poder Judicial al servicio de los congresistas y partidos que apoyasen el cuestionado proyecto. Repudiable. No pasó, afortunadamente.
Nuestro sistema judicial está altamente politizado y hace sinergia con quienes impulsan desde redes, medios y Congreso la vacancia de Boluarte. Aunque solo el Congreso puede hacerlo. No tienen los votos, pero igual es una manera de desestabilizar al gobierno y a la democracia.
El deleznable informe del congresista Burgos se basa en el caso ‘El Cofre’ y el ‘Cirugías’, donde se agarra de un lío entre el cirujano plástico Mario Cabani y los abogados de Boluarte. Violando el juramento hipocrático, Cabani se paseó por todos los sets de televisión; pese a que el juez supremo lo autorizó para declarar sobre el caso solo en la Fiscalía (para muchos, algo ilegal). Ahora, paciente y médico están en unos intríngulis aclaratorios que afrentan a la noble profesión: que si estuvo una noche o dos, si fue algo menor o no. La cirugía duró solo dos horas. La presidenta se hizo una operación funcional (para respirar bien) y se levantó un poco la nariz. Lo demás fue sacarse las bolsas de los párpados y rellenarse la cara. Todo simple, pero Cabani crucifica a su paciente. ¿La Fiscalía lo ajustó?
Otra ‘prueba’ para la vacancia según Burgos es que el condominio del sur donde acudió Boluarte con ‘El Cofre’ “probablemente era una casa de Sarratea”. Como no hay delitos, ambos casos (el ‘Rolex’ también) se levantan, se discuten y se pide la vacancia. Boluarte no es una buena presidenta, pero no es la peor. Criticarla sí, vacarla no procede.
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