La luz de Jaramillo
“Y tú no puedes dedicarme algo así”, le dijo luego de leer la dedicatoria de mi libro, al tiempo que hacía un gesto compasivo y suplicante, que tuvo como reacción la carcajada de los comensales. Llegué a su casa acompañado por el poeta Alfredo Pérez Alencart, el hombre que nos recibió tenía el rostro adusto, la barba bien puesta, “o es filósofo o es poeta”, pensé, pero definitivamente se trataba de alguien ligado a las humanidades. “Les presento a Carlos Jaramillo, mi esposo”, dijo Luz Mary Giraldo, nuestra anfitriona.
En la sala nos esperaba Tatik Carrión, quien sería la moderadora del recital de mujeres en el marco del XV Festival Internacional de Literatura LAS LÍNEAS DE SU MANO, luego llegó Yirama Castaño, la enorme poeta de Cereté. “Estoy muy ofendido”, exclamó Carlos Jaramillo, “Usted no me ha saludado así”, le increpó a Yirama. “Es que así son, no hay afecto, ninguna consideración con el mono Jaramillo”.
En ese momento sentí que se rompió el hielo, que aquel personaje de mirada profunda y rostro de pocos amigos, ocultaba un gran sentido del humor. Luz Mary Giraldo, Poeta y académica, una de las principales antólogas de la poesía y el cuento de Colombia, a quien conocí gracias a la poeta peruana Gloria Mendoza Borda, nos invitó a su casa el martes 30 de agosto para celebrar la amistad en torno a un tradicional ajiaco santafereño.
Así, después de reflexionar sobre la fugacidad de la vida y sobre los poetas que partieron en la pandemia, nos detuvimos en el amor. “Cómo conquistaste a Luz Mary”, desenvainó Alfredo. Carlos Jaramillo apretó sus manos y luego de esbozar un pícaro gesto, mirándola, respondió: “eso fue muy berraco”. “Porqué berraco”, pregunté. “La conquisté en un cementerio, fue terapia de shock, sino se me regresaba para Ibagué”.
Yirama, Matik, Alfredo y yo, no pudimos evitar la carcajada. “Caminamos cincuenta cuadras, tenía que agotarla, la llevé a un matadero para que vea cómo le quitan la vida a los toros y las vacas, tuve que hacerlo porque sino se me iba con un pretendiente ganadero”, nuevamente nos carcajeamos, “hasta que llegamos al cementerio: Luz Mary, ésta es la tumba de mi madre. Y allí empezó todo.
De eso han pasado cincuenta años, me ha dado tres hijos y me ha quitado el apellido, eso por supuesto es el colmo, ya nadie se refiere a mí como el mono Jaramillo sino como el mono Giraldo”. Luz Mary no paraba de reír. “No, no te rías que mira todo lo que tengo que soportar por la poesía”, continuó: “fíjense que la vez pasada abrí un libro y me encontré con un verso que decía te voy a matar con el puñal de mi palabra, por Dios, estoy aterrado, y obviamente le pregunté qué significa eso y me respondió que no fue ella sino su yo poético”.
Definitivamente, Carlos, había capturado la atención de todos, y luego de referirnos sobre los tipos de hombre que tiene toda mujer: el amante, el contra amante y el tinieblo, finalizó: “Nos faltaba un año para terminar la universidad, pero ella no era una mujer que ingresaría a mi cama sin antes pasar por la iglesia, entonces pedí audiencia con sus padres, yo ya quería tenerla, así que cuando estuve frente al suegro saqué una hoja con mis cuentas, le expliqué que en un año terminaríamos la universidad y estaríamos en mejores condiciones materiales, por lo que necesitaba de su apoyo económico para casarme, de una, con su hija.
La suegra con el suegro se miraron, y apoyaron la boda”, en ese momento, de nuevo, estallamos en carcajadas y cuando pensamos que ya “el mono Jaramillo” nos había llevado al clímax de la risa, remató: “Fue así cómo gané un fideicomiso”.
En ese momento Luz Mary lo miró con ternura, le tocó el mentón y dijo: “fue tan bello todo” y nosotros dejamos de reír, pensamos en nuestras vidas, en cómo se construye el amor que es, al final, el milagro que nos sobrevive. Carlos Jaramillo volvió a abrir mi libro y le volvió a decir a Luz Mary: “siquiera unas palabras que se acerquen a esta dedicatoria”.
Claro, lo pedía en broma, porque qué mayores palabras de Luz Mary, que haberle entregado su vida cuando aceptó agregar a su apellido el “De Jaramillo”. Gracias por tan bella lección de amor, queridos amigos.