La muerte de Alberto Fujimori
El fallecimiento del expresidente Fujimori levantó un avispero de odio visceral y enfermizo desde la izquierda, pretendiendo así posicionarse políticamente.
La izquierda calló o se alió con el prosenderista expresidente Pedro Castillo, quien nos clavó de ministro de Trabajo a un conspicuo seguidor de Abimael Guzmán.
La insana descarga de animadversión y rabia revela la doble moral de este alicaído sector político. Equivocados, además, porque la historia se enmienda con la verdad. Tres periodistas investigaron los asesinatos del caso La Cantuta. En sus publicaciones señalan como responsable a Martín Rivas, del grupo Colina. Se emborrachó y dio la orden de ultimar a los detenidos. No fue Fujimori.
Sin duda, el mandatario tuvo muchos errores en sus gobiernos. El peor, dar un golpe de Estado, padre y madre de las arbitrariedades que cometió. Se defendió afirmando que no había otro camino, pero fue contra la Constitución y la democracia. Golpe, aplaudido por la mayoría que no entra en vainas cuando el terrorismo demencial arremete y el bolsillo está vacío.
Su mayor logro fue capturar al asesino Abimael Guzmán y anular a Sendero Luminoso. La operación Chavín de Huántar fue resultado del principio establecido por Fujimori: no se negocia con terroristas, para ellos solo la cárcel.
Ironías de la vida, el mandatario murió el mismo día que el criminal Guzmán. Gracias a Pedro Castillo, el senderismo ganó espacio político, algo que con seguridad preocupó enormemente a Fujimori.
Resulta incomprensible cómo luego de 32 años de la captura de Abimael Guzmán, el terrorismo senderista aún esté activo en nuestro país. Tienen enorme responsabilidad quienes votaron por Pedro Castillo para presidente. Cierto es que Sendero ha puesto en pausa la lucha armada, pero la reanudarán cuando les convenga. Actualmente mantienen una política de frente amplio, nunca con el fujimorismo, y hacen intenso trabajo político, en nuestra cara.
Reiteramos que cuentan con radios y emisoras de televisión en varias provincias. En la zona de Cora Cora (Ayacucho), en Cuzco, Apurímac, Arequipa, Puno, en el sur su presencia es sostenida. En Puno tienen activos militantes de Movadef, maestros, que participaron en la pretendida toma del aeropuerto y la quema de locales a inicios de 2023, igualmente en Ayacucho. En Trujillo operaban como Voluntad Transformadora, adoctrinando a niños en el marxismo-leninismo. Si bien Sendero busca aliados y participará en las próximas elecciones, también bloquea el ingreso de las autoridades con acciones violentas.
La última fue la arremetida contra Rafael López Aliaga en Juliaca. Inauguró un hospital de la Solidaridad, a los senderistas no les gustó y le tiraron bolsas con orina, generando disturbios. López Aliaga, valiente, no se amilanó y pidió una investigación. Una de las manifestantes es abogada vinculada al Movadef. Son diez, doce personas, pero como efectúan protestas violentas han logrado que la presidenta y sus ministros no visiten el sur. La única arma de Sendero es y será el terror y el salvajismo.
Probablemente no se sancionará a la abogada del Movadef. Indignante.
Además, el gobierno y el Congreso dejan ir a personas valiosas como el coronel Max Anhuamán, exjefe de DIRCOTE. Alberto Fujimori lo hubiera mantenido en la institución. No queda duda de que la gente quiere a Fujimori y lo hace porque actuaba, así nos liberó de Abimael Guzmán. Que se repita con Sendero.