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La pedofilia y la impunidad de los poderosos
Los Demonios del Edén titula el texto publicado el año 2005 por una valiente ciudadana mexicana Lydia Cacho, quien en su constante lucha contra la pornografía infantil, tuvo que enfrentar atentados contra su seguridad, integridad física y su vida, atropellos que provienen no de la delincuencia común, sino de aquellos personajes poderosos económica y políticamente que dan rienda suelta a sus tendencias pedófilas, en contubernio con organizaciones mafiosas internacionales que lucran y obtienen millonarias ganancias a través de esta inhumana y delictiva actividad.
Ella descubrió que en el año 2003, en la zona hotelera de Cancún funcionaba una red de pornografía infantil donde estaban involucrados empresarios multimillonarios mexicanos y extranjeros, que tenían una fascinación por la pedofilia además de personalidades políticas de alto nivel.
La valiente escritora rechazó tentadoras sumas millonarias para que deje de investigar y no publique su libro, luego fue amenazada de muerte, después secuestrada, torturada y finalmente demandada con varias acciones penales por supuesto delito de difamación, incluso fue encarcelada y pasó un año firmando todos los días ante el juzgado después de obtener su libertad.
Salió absuelta de los procesos penales instaurados en su contra y por el contrario logró que la justicia dicte una sentencia condenatoria contra uno de los principales líderes de estas mafias poderosas a quien lo condenaron con 118 años de cárcel, su nombre es Jean Succar Kuri, un hotelero de origen libanés, residente norteamericano que cometía abuso sexual de menores en Cancún, antes estaba protegido por autoridades locales como políticos de gran envergadura, pero que hoy está preso, este personaje antes de ser enjuiciado controlaba a la policía y gozaba de la protección de autoridades. Se trata de la sentencia y la primera que se dio en Latinoamérica por este tipo de delitos.
Lydia Cacho logró descubrir que, en una sola colonia de México existían cientos de niñas menores de 13 años en los burdeles, víctimas de estas redes de explotación sexual, incluso en complicidad con agencias turísticas. Se descubrió la cadena que comienza con el abuso sexual infantil, la explotación sexual, el turismo sexual con menores, el comercio sexual con hombres de poder, la protección tanto policíaca como política de los pederastas, la pornografía, el lavado de dinero y el tráfico de influencias. Todo englobado en una poderosa red mundial de crimen organizado.
Nuestro país no está eximido de esta cruda realidad, porque el problema es de todos los días. El 2 de agosto de este año salió la noticia sobre el secuestro de una mujer embarazada de 9 meses para inducirle al parto y robarle el bebé, caso que está en manos de la policía para la respectiva investigación. En el Perú los traficantes de niños con fines sexuales pueden ser de cualquier sexo, raza o edad. En muchos casos los autores de estos crímenes son conocidos de la víctima, ellos utilizan con frecuencia las redes sociales para identificar, seducir y reclutar víctimas.
De acuerdo a datos proporcionados por la policía, se identificaron 428 víctimas potenciales en 2021, en comparación a los 640 en 2020 y 1,054 en 2019. Se incluye 261 mujeres, 77 niñas, 57 hombres y 33 niños. En los últimos años se advierte la presencia de personas de nacionalidad venezolana, tanto a nivel de víctimas como de victimarios, debido al incremento exponencial de migrantes de esa nacionalidad.
Lo indignante y preocupante de este flagelo, tiene que ver con la impunidad de los autores y los que se benefician con esta práctica, porque el cliente que es el que la solventa, es un personaje poderoso, empresario multimillonario, político influyente, existiendo casos incluso de expresidentes que por su grado de influencia se mantienen impunes en su condición de “delincuentes de cuello blanco”.
Este flagelo aún sigue siendo una asignatura pendiente por resolver en los países ricos y pobres, las víctimas siempre proceden de estos últimos. Mis respetos a la mujer que publicó tan valioso libro-denuncia.