La reforma judicial al revés
En momentos en que existe una crisis institucional generalizada en el Estado, ocasionada por una pérdida del sentido de bien de las cosas, inducida por todos los medios que han consentido los últimos gobiernos para convertir lo malo en bueno en el ideario social, en las políticas y actuación de los gobernantes, funcionarios, jueces, fiscales, policías, militares, congresistas y políticos de todas las tiendas de izquierda y derecha; pretender hacer una reforma judicial como si solo el sistema de justicia fuese el afectado, y arrogándose la facultad de honestidad que no se tiene desde los partidos políticos para promoverla en sede congresal, resulta írrito aceptar sus motivaciones y formas que anuncian una reforma judicial al revés.
Porque no buscarán la reorganización de los procesos y métodos de administración de justicia para servir a la ciudadanía, sino a los promotores de la reforma y a sus partidos, convenientemente indignados con las fallas judiciales que ellos mismos han promovido, enfrentando autoridades, para justificar la reforma judicial que tanto ansían, sacando a los jueces y fiscales de carrera que no les son convenientes, y asegurando mecanismos de nombramiento de nuevos “magistrados” para garantizar su impunidad en la serie de delitos por los que se les investiga o juzga.
Quién puede negar que hay jueces y fiscales sin capacidad para serlo, que asumen competencia en casos cuya naturaleza técnica desconocen y resuelven contra la realidad, la razón y el Derecho, ocasionando daños y perjuicios irreparables, porque sus fallos quedan inamovibles por el imperio de la cosa juzgada. Quién puede negar que hay jueces y fiscales que resuelven casos por dinero o prebendas, por influencias de poder o de otra naturaleza inconfesable, que cometen arbitrariedades y privan del acceso a la Justicia a los ciudadanos, sin ningún remordimiento.
Como tampoco nadie puede negar que existen jueces y fiscales capacitados para serlo y honestos, esforzados y que estudian con dedicación sus casos, tienen un trato amable y respetuoso con todos, escuchan atentamente a ambas partes, y resuelven conforme a Derecho y con sentido de Justicia.
Cuánto duele que una sentencia de estos jueces, extraordinariamente bien fundamentada, sea revocada irresponsablemente por la Sala Superior, porque los vocales no se dieron el tiempo de revisar las pruebas, y ni siquiera hojearon el expediente, porque no hubo “incentivos económicos”, o porque a veces sí los hubo. Y cuánto alegran jueces superiores y supremos buenos que anulan sentencias con precio y confirman las buenas sentencias.
La reforma judicial de congresistas parcializados, que anuncian “técnica” de título, será sin duda política, al revés de lo que se debe hacer para resolver la crisis judicial del Perú.
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