La ruta poética del Bicentenario
Los poetas y gestores culturales Gabriel Chávez Casazola, Valeria Sandi y Alex Aillón Valverde, tuvieron la hermosa visión de celebrar el bicentenario de Bolivia organizando una ruta poética que fue de Santa Cruz, Sucre, Potosí a Uyuni. Los escritores Xavier Oquendo Troncoso (Ecuador), María Ángeles Pérez López (España), Daniel Calabrese (Argentina) y yo, fuimos convocados a esta épica junto a los bolivianos Felman Ruiz y Melissa Sauma. Acompañados por el Cónsul de Marruecos y Caballero de la Orden de las Artes y Letras, Juan Murillo Dencker, luego de iniciar en Santa Cruz, ciudad donde el 14 de febrero de 1825 José Manuel Mercado proclamó su independencia en un cabildo, continuamos en Sucre, capital del gobierno departamental autónomo de Chuquisaca, territorio donde el gran Mariscal de Ayacucho declaró y firmó la independencia el 6 de agosto de ese año. Fue conmovedora la recepción que nos brindaron: en una de las salas de Palacio de Gobierno, nos recibió Damián Condori, el gobernador, la Embajadora de Paraguay y varios empresarios. Éramos un grupo de Poetas con el más claro de los mensajes: la cultura nos importa, por eso estamos aquí. Reescribir la historia es un reto, pero tenemos esa responsabilidad en un momento cuando el relato hegemónico ha sido una sucesión de tragedias y dualidades en las que no hay lugar para la duda. Pero debemos dudar si queremos tener la toma completa. En Bolivia como en Perú, la fundación fue un baño de sangre, habría por eso que preguntarnos por qué se fue Bolívar de la recién creada república o por qué Sucre huyó de la otrora Charcas, desagraviado después por José Miguel de Velasco, quien en 1839 la ratificó como capital constitucional y oficial poniéndole su nombre. Y allí estábamos, leyendo poesía, reescribiendo el relato desde nuestra sensibilidad, desde nuestra mirada sin fronteras, desde nuestro lenguaje en un ejercicio de conexión con los apus tutelares de estas tierras. La poesía resiste, decíamos durante la pandemia, no nos equivocamos. Hace bien Gabriel, Alex y Valeria al emplazar nuestras tradiciones para entregarles un nuevo lenguaje, uno que recoja las dos sangres con las que han pretendido dividirnos. En el Perú, las tropas realistas abandonaron la fortaleza del Real Felipe el 22 de enero de 1826 cuando Rodil se rindió ante Bolívar. Ese es nuestro bicentenario. Que lo realizado en Bolivia sea un desafío para celebrar el día cuando fuimos libres e independientes. Iniciar en Paracas, luego Lima, Ayacucho y clausurar en el Real Felipe como quien traza o sella ese capítulo, sería hermoso hacerlo también en poesía. Que las rutas poéticas del bicentenario sean un llamado a la revisión de nuestra historia. Enhorabuena por la épica misión.
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