La táctica caviar

Las campañas de desinformación desatadas por la caviarada buscan alterar la vida nacional, inquietar a los peruanos; buscar dividir, confundir y torcer la voluntad de los electores días antes de que emitan su voto.

Entraron en la arena política de la mano del alcohólico, ladrón y mitómano Alejandro Toledo, y se hicieron millonarios con el dinero de los contribuyentes, mientras quien negaba a su propia hija vivía entre pisco y Nazca y disfrutaba sus vicios en Punta Sal.

Ya son más de dos décadas que dirigen a control remoto los diarios y canales más importantes del país, a través de filtraciones y de periodistas funcionales a su causa.

Demuelen honras, saturan las redes sociales con la práctica de astroturfing, propalando una gran cantidad de mensajes idénticos o muy similares disparados desde de cuentas distintas, generalmente falsas, para crear la impresión de que un proyecto o a una persona tienen apoyo o rechazo.

Tal aplanadora se usó contra la hoy ex Fiscal, Patricia Benavides, quien a un mes de suspensión no tiene proceso abierto, y ha sido reemplazada por un hombre chantajeado por el caviar de caviares, ese periodista deportado de Panamá venerado por difamadoras a sueldo como la deportable colocha Ospina quien montó un operativo político contra Keiko Fujimori vinculándola a una investigación de la DEA.

Los caviares buscan provocar reacciones viscerales que nublen el pensamiento crítico. Son los censores del lenguaje y de la imposición del correctismo político y con ello la pérdida del sentido del humor, porque todo chiste resulta ofensivo, según sus dogmas de género e identitarios.

Lo suyo es formar una generación de idiotas que crean sus mentiras y reescriban la historia del Perú en la que los caviares son los héroes que nos salvaron de una ‘dictadura’ genocida, que jamás existió. La última dictadura peruana fue la de un cachaco bruto y ladrón llamado Juan Velasco Alvarado, a la que sirvieron los casi octogenarios que pretenden dictar cátedra sobre democracia.

Velasco anuló la libertad de expresión y perpetró el mayor robo a los empresarios de todas las ramas, despojándoles de minas, haciendas, fábricas, medios de comunicación y hasta de sus casas de campo.

Ayer, el ex asesor del presidente Fujimori, Vladimiro Montesinos, fue absuelto por un caso de 1997 sobre lesiones a la ex espía Leonor La Rosa. Esa desequilibrada dijo fue torturada, fingió paraplejía y el toledato la indemnizó, el de Cabana besó su frente y los hipócritas caviares lloraron. La Rosa obtuvo estatus de refugiada en Suecia.

Durante una visita al Perú, la “parapléjica” salió a emborracharse con amistades dentro de un carro que aparcaron en un descampado de la Costa Verde. El vehículo le pareció sospechoso a un patrullero y ni bien ésta vio las luces policiales acercarse, ¡milagro!, huyó corriendo, cual gacela, por gracia del santo ron que libaba.
Los caviares usan esas tácticas, propagan mentiras incesantemente y apelan a la sensibilidad.

¡Hablen con sus hijos, esa casta quiere sus mentes y energías para utilizarlas a su maligno servicio! ¡Y feliz 2024!

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