La tapa del libro
De la misma manera que la caída de la imagen de Alan García hizo prácticamente desaparecer al Apra, la caída en picada de la imagen de Keiko Fujimori terminará por hacer desparecer a Fuerza Popular. Lo mismo pasó con Toledo y el partido de la Chakana.
A lo largo del 2018 vimos como los principales grupos empresariales del país se esforzaron en posicionar a sus líderes para comercializar sus empresas. Como nunca antes visto, fuimos testigos de decenas de conferencias y foros de discusión de todo tipo de temas donde la principal atracción fue la cabeza de una institución. ¿Por qué? ¿Cómo así, por ejemplo, una institución financiera se promocionó a través de una conferencia de su líder en lugar de vender sus productos? La respuesta es mucho más simple de lo que pensamos: la imagen del líder es la empresa.
Un líder que transmite seguridad genera confianza. Un líder con una imagen pulcra transmite seriedad y compromiso. Un líder con autoridad genera empatía. Un líder con una adecuada forma de hablar, un buen tono de voz y modales adecuados crea un buen impacto inicial que marca la identidad de su empresa. Un líder que cautiva logra generar adhesión a las metas y por consiguiente logra cumplir los objetivos que se propone. Se dice que uno juzga un libro por su portada. Lo mismo ocurre con las empresas. La portada es el líder y el atractivo del mismo es el reflejo o no de lo que hay adentro.
De la desgracia política que vivimos el 2018 podemos aprender mucho. La debacle de Fuerza Popular nos permitió ver cómo la pérdida de imagen de su lideresa se trajo abajo a una institución. Mientras Keiko aparentaba seguridad en sí misma, la gente le creía. Mientras aparecía impecable y con autoridad, generaba empatía. Mientras mantenía su habitual tono suave pero determinante, todos sabíamos (o creíamos saber) que lograría sus propósitos. Sin embargo, a medida que se fue desmoronando en sus formas, perdió fuerza, se fue trayendo abajo a su propio partido y los otrora cercanos empezaron a sacar los trapitos sucios. Todo lo ganado fue desapareciendo.
En las empresas pasa lo mismo: si el líder no tiene las cualidades adecuadas, tarde o temprano erosionará las virtudes de su organización. El líder de una institución es la tapa del libro que hay dentro. Es la institución en sí.