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La verdad que no queremos ver

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Fecha Publicación: 24/01/2024 - 22:10
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El mundo al revés que se han empeñado en imponernos en los últimos años, ha penetrado tanto en la conciencia de determinados grupos sociales, que han convertido a la perfidia en su forma de actuar y argumentar su perspectiva de la realidad.

La perfidia es una fuerza maligna capaz de torcer la realidad completamente al revés en la mente humana y hacer que los hombres actúen viendo lo malo como bueno y lo bueno como malo.

Sorprende que haya tantos escandalizados con las actitudes de demanda de justicia de dos señoras Ruth Bárcena e Ilaria Aime a Dina Boluarte, por haber perdido a su esposo e hijo de 15 años, respectivamente, en la matanza de Ayacucho dispuesta por su gobierno para impedir la protesta social; Bárcena perdió además a su bebe que estaba gestando al momento de donar sangre a su esposo acribillado y verlo morir en la camilla de al lado.

Escuchar declaraciones como graves actos de violencia, el que se le increpe su responsabilidad en estos hechos a Boluarte, quien demostrando sufrir alienación de la realidad, visitó Ayacucho en un claro acto de provocación de una población que todavía no termina de llorar a sus muertos, y que, en gesto por demás humillante, les fue a tirar caramelos (sic).

Aime al parecer, fue la que llegó a jalarle el pelo a Boluarte, acto que se ha tildado de condenable violencia, lo cual revela el desconocimiento de la cultura andina, y cómo la jalada de pelos entre mujeres que se demandan actos profundamente lesivos a la moral social, es una manifestación fidedigna del sufrimiento emocional más intenso que no alcanza solución por negación del acceso a la Justicia.

Boluarte es considerada por los pueblos andinos como traidora a su propia raza, y servil a los opresores que los mandan matar, un jalón de pelos de una mujer que perdió su único hijo de 15 años por responsabilidad de su gobierno, es la exteriorización del más profundo dolor de sufrir la pérdida de lo más querido por acción de quien negándole la Justicia, se burla de su desgracia, tirándole caramelos.

Que se les haya abierto a ambas señora una investigación penal es injustificable, porque no han cometido delito alguno, y si se forzara una falta por lesiones, se puede advertir que Boluarte no sufrió ninguna, nunca dejó de sonreír, y que más bien la falta de respeto que podría implicar no es equiparable a su falta de respeto por la vida de sus víctimas.

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