La ‘victimitis’ de Castillo
Cuando Pedro Castillo trata de construir una frase solo se contradice y confiesa. Así lo hizo cuando el periodista Fernando del Rincón, de CNN, le preguntó en reciente entrevista, por qué se rodeaba de gente investigada y vinculada al terrorismo. Entonces dijo: “[…] creo que si ellos estuvieron en otro espacio que de repente se equivocaron, estuvieron en un escenario social, yo los he llamado, pero nunca las juzgué o las encontré en el camino que las escuché y que dijeron esto tenemos qué hacer en el espacio que me corresponde, no porque por papel, que tampoco nunca supe cómo son ellos. Es igual que hay mucha gente […] que me vean estar acá como presidente cuándo dice qué hace un terruco adentro en el Palacio”. Saquen sus propias conclusiones del delator trabalenguas.
Menuda tarea tienen el G2 cubano y sus aliados del Foro de Sao Paulo (hoy Grupo-Cártel del Puebla) al tratar de convertir en líder del llamado socialismo del siglo XXI a un ignorante sin carisma ni vocabulario, de ínfimo cociente intelectual (CI) y mitómano que olvida de qué van sus mentiras. No existe el asesor que pueda arreglar a la versión chicha del etiqueta azul Alejandro Toledo. Como el ratero de Cabana, Castillo juega a la víctima, al maestro rural que los poderosos no quieren.
En “La victimización como paradigma”, artículo publicado en ‘La Nación’, de Argentina, el economista Emilio Ocampo sostiene que la victimización “promueve y se alimenta del narcisismo colectivo maligno, un concepto que introdujo Sigmund Freud y que luego desarrolló Erich Fromm. Quien lo padece está convencido de que el grupo al que pertenece (definido por su nacionalidad, etnia, religión o género y no por haber alcanzado algún mérito gracias a su trabajo, dedicación o esfuerzo) tiene un estatus especial o superior y merece reconocimiento, derechos y consideraciones especiales por parte de quienes no pertenecen a él […] cuando no obtiene ni lo uno ni lo otro, reacciona de agresivamente [...] Para el narcisista –escribió Ocampo–, todo lo bueno que ocurre en su vida es gracias a sí mismo y lo malo, culpa del otro”.
La victimización es la principal herramienta del actual presidente en su estrategia de defensa frente al cúmulo de pruebas que lo sindican como un hombre vinculado al terrorismo de Sendero Luminosos, a través del Conare-Sute y del Movadef, amén de estar envuelto en una serie de conductas corruptas. En la referida entrevista de CNN, del Rincón le mencionó los diversos escándalos de sus primeros seis meses como presidente. Con cinismo contestó: “Han pasado cosas horribles durante 200 años, el pueblo quiere que las remedie. Que dejen gobernar a un maestro […] “.
La queja y la victimización como elementos de la acción política promueven la irresponsabilidad en la ciudadanía y frenan el empuje para superar las circunstancias adversas y prosperar. Castillo daña.
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