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La violencia no es protesta

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Fecha Publicación: 03/10/2025 - 21:39
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La extorsión se volvió una epidemia irrefrenable en nuestro país. Ya ha cobrado más de 60 vidas y no parece tener fin. Este delito se ha visto “tecnificado” con la participación de delincuentes extranjeros, principalmente venezolanos. En el Perú, se ha convertido en extorsión hormiga: son muchos los afectados. El asesinato es prácticamente inmediato si la víctima se resiste. Aún no se ha escuchado una cifra precisa del dinero que recogen estas bandas, verdaderas organizaciones criminales, aunque el cálculo más conservador indica que se trata de sumas millonarias.
Paradójicamente, las recientes marchas de protesta en apoyo a los transportistas víctimas de la extorsión tuvieron más de violencia que de reclamo. Las imágenes son contundentes. Los rostros de muchos manifestantes están cubiertos sin razón. Solo alguien que comete un acto fuera de la ley busca ocultarse.
El salvajismo de las sucesivas manifestaciones tenía, una vez más, un propósito: tumbarse al régimen de Dina Boluarte. Los participantes le recordaron los muertos en la algarada subversiva durante el golpe de Pedro Castillo en 2022. También defendían a la suspendida fiscal Delia Espinoza. Usaron bombardas y hasta una bomba molotov que quemó a un efectivo policial. El mismo libreto que la asonada contra el expresidente Manuel Merino. Cohetones “rata blanca”, llenos de pólvora, lanzados contra la Policía que cumple su deber. ¿Quién los paga?, ¿de dónde sale el dinero?
Antaño fue la generación del Bicentenario (¡celebrada por ejecutivos bancarios!), hogaño la generación Z. Se acuña un nombre “marketero”, creado para tal fin. La denominación pretende “blanquear” la violencia y justificarla: proviene de jóvenes puros, enormemente responsables, que quieren “salvar” al país. Indigesto y burdo.
Todo está bien acompasado. Salvajes arremeten contra la Policía a la mala. Como dijo un especialista en el tema: atacan con la misma metodología que la subversión que derrotamos, siempre buscando uno o varios muertos. Destruyeron a combazos una banca de la plaza San Martín y nadie será castigado. ¿Así se combate la extorsión?
Un grupo politizado, dizque defensor de los derechos humanos, critica la violencia de las fuerzas del orden porque impidieron que los vándalos llegaran al Congreso, destruyeran todo, crearan el caos y lograran traerse abajo al gobierno de turno. Es el mundo al revés. Probablemente detrás esté un lagarto con mucho dinero que tiene juicios y acusaciones judiciales pendientes. También los camaradas de Sendero, siempre hábiles para “batir” el sistema y crear el caos, para instituir un nuevo orden y una campaña electoral ad portas.
El marketing de la generación Z es acogido por algunos medios que se entusiasman con las protestas (pseudo)juveniles. La estrategia pasa también por desacreditar a la Policía. En Paraguay capturan al hampón “El Monstruo”, obviamente con apoyo de la Policía peruana. Bastó que un periodista paraguayo y un exministro declararan que este delincuente recibía información de malos elementos de nuestras fuerzas del orden, para que se enlodara la buena labor de la Policía, pese a ser un gran logro.
La extorsión es un problema nacional muy serio, qué duda cabe. Ni el gobierno ni la oposición plantean salidas concretas, viables. Las cámaras que piden los transportistas son difíciles de comprar, según la presidenta. Muchos se preguntan si serán una gran ayuda. Existe el celular.
Veremos los planteamientos en la campaña electoral, si los hay.

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