Las dos batallas a ganar
La administración Vizcarra tendrá que enfrentar en las próximas dos semanas, no solo el máximo pico de la pandemia viral traducida en un número mayor de infectados y muertos por la Covid-19, sino a la olla de presión que se cocina en los sectores emergentes que no han sido beneficiados con los subsidios económicos que el MEF viene autorizando para enfrentar la parálisis productiva y de servicios.
Por el lado sanitario, la ola viral tiene apenas para su contención un pequeño rompeolas: 240 camas en UCI en nuestro sistema hospitalario. Un número exiguo si es que lo comparamos con otros países de la región y casi risible si nos aparejamos con los del “primer mundo”. La primera batalla entonces será por la vida, de allí la importancia del cumplimiento de la cuarentena familiar. Por lo tanto, la semana santa será propicia para ganarnos a puro pulso la gracia divina si logramos contener la oleada viral o recibir el castigo celestial por nuestro irracional descuido, extendiendo el aislamiento familiar por más tiempo.
En esta batalla por la vida la administración Vizcarra no solo enfrenta problemas de infraestructura hospitalaria, que se agudizan más al interior del país, sino por la limitada capacidad de gestión para responder ante mayúsculo reto. Por ello, los peruanos debemos ser conscientes del valor del sacrificio de la inmovilidad social. Los casos dramáticos de Italia y España que creyeron ostentar los sistemas de salud más modernos de Europa, son un ejemplo de la potencia mortal de este virus.
La segunda batalla en el corto plazo es por la supervivencia económica. ¿Cómo evitar que la ola viral no solo colapse nuestro precario sistema de salud, sino destruya la cadena productiva, corte indiscriminadamente la cadena de pagos y se produzca una de las mayores hemorragias de desempleo de nuestra historia?
El equipamiento y blindaje económico ganado por la solidez de nuestras cuentas fiscales, puede ayudar a atenuar las duras secuelas recesivas que el mundo experimentará en los próximos meses. De allí que la administración Vizcarra no deja de afirmar que su gobierno no escatimará el uso de recursos económicos para enfrentar la ola depresiva.
Sin embargo, como ya hemos advertido, si bien tiene el dinero el quid del asunto está en que no cuenta con los sistemas de focalización de subsidios más efectivos para distribuirlos eficientemente. La experiencia mundial nos ha dejado una lección: para sobrellevar escenarios recesivos lo más efectivo antes que controles de precio, reparto de alimentos o productos, es la entrega de dinero para que la rueda del consumo no se detenga y mantenga encendido el motor de la economía. ¿Cómo inyectar liquidez a la vena de los emergentes, independientes y/o informales? Esta es la clave para ganar la dura batalla por la sobrevivencia económica en tiempos virales.